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216 FUE N TES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA En todos los pueblos de estas misiones se encuentran variedad de es– pecíficos para diferentes enfermedades; pero el más común y el que ha empezado a tener ya alguna extracción, es la cascarilla de Guayana, que es la corteza de un árbol muy parecida en todo a la quina, aunque mayor y más gruesa; por el exterior es blanquizca, por lo interior tiene el color de la quina; su sabor amargo astringente. Descubrieron este específico los Padres misioneros y se trajo a España por la solicitud del Sr. Rivas, Director de la Compañía de Caracas. Las virtudes de esta cascarilla están aprobadas por el tribunal del Pro to-medicato y acreditadas con repetidas experiencias; es corroborante y balsámica y se aplica felizmente a varias enfermedades . También se encuentra por estos bosques el árbol simarouba, parecido a la filia, cuyas virtudes están muy acreditadas en Europa. Si se fomen– tase la extracción de estos y otros vegetables (sic), de que abunda esta provincia, bastaban para enriquecerla . Pueblo de Guasipati . - El día tres de enero salí caminando para el nor– te y, a distancia de cinco leguas, está situado este pueblo, cerca del río que baja de Tarepi que fertiliza sus tierras que son de buena calidad y abundan de todos los frutos del país, especialmente el tabaco que es exce– lente. Tiene 52 familias con 113 almas. Pueblo de Miamo. - El día cuatro pasé al pueblo de Miamo que dista como cuatro leguas del antecedente, situado a la ribera de una pequeña laguna que le da el nombre; su territorio es fértil y produce con abun– dancia los frutos del país, aunque sus habitantes que ascienden a 164 vecinos con 513 almas, se dedican poco a su cultivo. Hacia la parte del sur y sur-sueste de esta misión están situadas las de Cumamo , Carapa, Puedpa y Ayma, a distancia de diez a quince leguas, cuya noticia particular omito por no haber alguna que merezca atención. Sus habitantes, cuyo número va puesto en la tabla, están perfectamente instruidos en los rudimentos de la fe, y en cuanto conduce a la vida civil son muy adictos y obedientes a sus misioneros, quienes los dirigen en sus sementeras y labores del campo y los destinan al cuidado de los ga– nados del hat o, del cual no sólo les surten de carnes, dando a cada indi– viduo una ración proporcionada diariamente , sino que también les com– pran algunas ropas con que cubrir su desnudez por medio de los cueros y ganados que venden en la Angostura. Pueblo de Santa María. - El día cinco tomé el camino para el nor-oueste y a distancia de siete leguas, al pie de las montañas de Santa María, está
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