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MISION DÉ LOS CAPUCHINOS EN GUAYANA 177 su laguna para tratarlos y aficionarles a reducirse a misión; nos embarca– mos en nuestro pueblo de Auguri en el Caroní; a los seis días pasamos por el pueblo de barinagotos y tenemos delante la boca de la Paragua: a dos de abril dejamos el río Caroní y tomamos el río Icabaru; es malísi– ma la navegación de estos ríos porque vienen grandes raudales y cho– rreras en que es menester descargar las curiaras y cargarlas por tierra en largas distancias; por este motivo se pierden muchos días. A los siete días de navegar Icabarau, dejamos las curiaras y caminamos a pie seis días de montaña y dos días en las sabanas de Parime y nos detuvimos en un pueblo de indios paraguayanes. Hasta aquí, en toda esa distancia desde la boca de la Patagua, encontramos muchos indios de las naciones barinago– tos, cucuicotos, amarucotos, ipurogotos, mapianas, saparas y paraguaya– nes; a estas tres naciones traté más despacio y dí bastón de capitanes a sus principales, y planté la santa cruz en el pueblo de paraguayanes; és– tos tienen un río caudaloso que se llama Mayari, proveído de tortugas, caimanes y gran variedad de peces que se entran de la Parime, que dicen ser el río como Orinoco que va al Río Negro. Todos los indios demos– traban gran placer y gusto de poblarse y nos recibieron con alegría, al parecer; les regalamos como se acostumbra, de cuchillos, cuentas, etc.; allá pasamos la semana de Pascua de Resurrección y nos proveímos de curiaras para entrar a la Parime, que teníamos cerca, y el día que debía– mos salir, por la madrugada, los indios saparas nos vinieron a dar los buenos días con una terrible carga cerrada de escopetada y flechas, que nos mataron un español y hirieron nueve caribes que nos acompañaban, y a mi compañero P. Tomás, aunque levemente. Todo el día 8 de mayo aguantamos balas y flechas de los saparas por una banda del río Mayari, y del otro lado, de los indios paraguayanes; a las primeras descargas se nos huyó un mulato con seis caribes y fueron a dar noticia a los RR. Pa– dres que todos quedábamos muertos en Mayari, y tuvieron gran senti– miento y nos hicieron los sufragios; todos los demás caribes nos querían dejar también, y, viéndoles tan resueltos y temerosos, los detuvimos hasta media noche, al ponerse la luna, que salimos con ellos atrás por el mismo río en que se hundieron las curiaras y lo perdimos todo con ellas y se nos ahogaron dos españoles; y al amanecer, tomamos la caminata por tierra; este día en ayunas nos hicieron correr los caribes doce leguas, que son las dos jornadas que hicimos a la ida; pensaban que debían ve– nir atrás los escopeteros. Quince días caminamos a pie antes que pudi– mos hacer curiaras de cáscara y los siete días no comimos más que unas frutas desabridas como abellotas (sic), solamente lo que tienen dentro

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