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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN GUAYANA 151 181 Exposición del P. Pide! de Sautó, Procurador de la misión de Guayana, manifestando los atropellos e insultos de que los misioneros eran víctimas de parte del Comandante general D. Manuel Centurión, pidiendo al rey y Consejo de Indias les dejen actuar en paz como hasta entonces (1771). - Original (AGI, Caracas, 352). Señor: Fray Fidel de Sautó, religioso capuchino de la provincia de Cata– luña , misionero que fue de las misiones que su provincia tiene en la de Guayana, Viceprocurador de ellas y de las de Andalucía por el Provin– cial de esa provincia, Comisario general, humildemente expone ante Vuestra Majestad con sola la mira de que en vuestros reales pies hallen consuelo los misioneros capuchinos catalanes de la provincia de Guayana, cómo vuestro Comandante general de aquella provincia, Don Manuel Centurión, los tiene afligidos de varios modos, por lo cual están desa– lentados en su apostólico ministerio, con peligro de atrasarse en su vo– cación y vuestro real servicio, sin que todas las muestras que siempre le han dado de condescendencia a sus ideas (cuanto con buena conciencia lo han podido hacer) de moderación y de sumisión religiosa hayan sido medio suficiente para atenderlos en su penoso ministerio, como manda V.M. en la real orden de 17 de agosto de 1755, sino muy al contrario, insultándolos a la cara y desacreditándolos con todos, de que son ricos, regalados, amigos de su libertad y de su bienestar , que por esto apete– cen el oficio de misioneros en la América, donde logran estas satisfac– ciones, que en sus conventos de España no podían lograr. Estas y otras semejantes cosas dice y escribe, no obstante que experimenta él mismo cuánto padecen de probreza en el vestido, utensilios, comida, etc., no te– niendo la menor cosa en particular, pues ve que en todo viven de un común, del mismo modo que en sus conventos y aun con mucha más estrechez, faltándoles allí devotos a quienes pedir, y careciendo también hasta de las limosnas que les tiene asignadas V.R.M. en las reales cajas de Caracas, por no podérselas satisfacer casi en nada aquellos oficiales reales desde muchos años a esta parte, por lo que están precisados a sus– tentarse con las bastas comidas con que se alimentan los indios. Ve y experimenta que aquellos misioneros están faltos de salud, expuestos por otra parte a perder la vida todos los días y derramar su sangre en

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