BCCCAP00000000000000000000220

MISION DE LOS CAPUCHINOS EN GUAYANA 147 consta a V.E. por los recursos que hizo el Sr. D. José Solano en 27 de junio de 1768 y 23 de abril de 1769, lo que estos Capuchinos escribie– ron en marzo de dicho año de 68 y lo que ahora me representa el Vica– rio eclesiástico en su oficio y copias, número 14. Aunque piadosamente quisiéramos atribuir todos estos vicios a efec– tos de unos genios férreos y sin malicia, no puede ser porque vemos que conociendo el Prelado y toda su Comunidad el perverso espíritu de los dos religiosos que ha nombrado por sus apoderados y procurado– res para España, quiere valerse de unos hombres tales para sorprender y embarazar a los mejores y más respetables tribunales con el artificio y aspecto hipócrita dos capuchinos, sin hacer caso de que entre tanto de– jan muchos pueblos sin doctrina y pasto espiritual, y así es menester pensar que proceden con dolo y mala fe y no, como dicen, por la mayor gloria de Dios, servicio del rey y bien de las almas. Todo esto, señor, di– mana de la absoluta independencia con que ha vivido hasta ahora esta Rvda. Comunidad, a causa de lo desierto del país y el poco aprecio que de él se hacía cuando estaba sujeto al gobierno de Cumaná. En aquel tiempo no había aquí más ministro real que un simple castellano, que los Capuchinos catalanes quitaban y ponían sin más trabajo que escribir una carta o hacer una visita al gobernador para que sacrificase al pobre Comandante y los dejase a ellos disponer a su gusto de lo temporal y espiritual. Desde entonces hasta ahora ningún ministro ha tenido alien– to para contestarles, y así se consideran dueños no sólo de todos los pue– blos que doctrinan, pues hay algunos que se fundaron en el siglo pasa– do y aun no quieren que se demoren ni entregarlos al Ordinario, sino que también, a título de pía administración, manejan y aplican libre– mente los frutos de las labranzas y bienes de la comunidad de los indios, sin noticia del gobierno ni dar cuenta a nadie de estos intereses. Poseen un hato de más de 50.000 reses vacunas, caballares y mulares, y cuasi toda la consistencia y riqueza de los pueblos del territorio de sus misio– nes, que es mucho mayor que la de todo el ·resto de esta provincia. Y hallándose tan poderosos por estos medios, no quieren que haya quien los entienda ni tenga jurisdicción en ellos, temerosos, como dice el ofi– cio real en su certificación número 16, de que se les obligue a emplear estos bienes en la reducción y población de los innumerables indios gen– tiles que habitan en las selvas del interior de esta provincia, y que dejen ya los pueblos que están en las cercanías de Orinoco, donde estos misio– neros no hacen ya otra cosa que comerciar los ganados y frutos que po– seen en perjuicio del estado.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz