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132 FUENT ES PARA LA HI STORIA COLONIAL DE VENE ZUELA ellos se hallan defendidos por lo cenagoso de la tierra y espesura de su maleza, dentro de la cual tienen abundantísimamente todo lo necesario para la vida salvaje y un a libertad que para ellos es de precio inesti– mable. No obstante estas dificultades , yo he podido , a costa de interesan – tes diligencias y algunos gastos, sacar a sociedad civil y cristiana, mil ciento y setenta guaraúnos que tengo poblados en las cercanías de esta capital y Buenavista y villas de Borbón y Carolina, donde se hallan muy contentos , con el buen trato que ellos experimentan y la educación que sus hijos reciben de los españoles, y, ayudándose recíprocamente los unos a los otros, todos logran conveniencia pronta, porque el indio se apro– vecha de la paga materi al que recibe y de la industria y religión que aprende del español y éste de las manos de aquel, quitándolos el ocio y aplicándolos a la labor y cultivo de la tierra. Esta idea es tan útil cuan– to conviene poblar los desiertos contornos de esta capital, y no se ha– llan otros indios salvajes que los guaraúnos en más de cien leguas de dis– tancia, cuyo territorio es el más importante de esta provincia por ser el más sano de toda ella y el más proporcionado para el comercio con otras muchas de la América y con los reinos de España, pero me faltan medios para la total reducción de los guaraúnos y mucho más para la de los innumerables indios de varias naciones que, huyendo de los holan– deses, franceses, portugueses y españoles que circundaron esta provincia, se retiraron desde luego al incógnito centro del vasto continente de la Guayana, dejando cuasi desierta toda su circunferencia, de tal modo que, si los españoles no nos valemos de los guaraúnos salvajes, sacándolos de las tierras de su naturale za, habitables sólo para ellos, no tenemos gente con que ocupar los preciosos tránsitos con pueblos que nos sirvan de escala para penetrar el país y llegar a establecernos en la famosa laguna Parime, centro de esta provincia , en cuyas islas, márgenes y vertientes se hallan bastantes indios para poblarlas y sobrarán entonces para las orillas de Orinoco, porque los mismos que las abandonaron por huir de los españoles, viéndonos allá dentro y que no tienen ya a donde escon– derse de nosotros, sino el inconveniente de dar en las manos de otros euro– peos que no los tratan tan bien, volverán luego a disfrutar entre noso– tros la abundantísima pesca y singulares conveniencias de este río, don– de tampoco faltarán españoles que hagan nuevas pobl aciones, con tal que éstas sean mixtas de indios, porque, sirviéndoles éstos de peones, funda– rán desde luego haciendas y caudales, a pesar de la falta de negros o es– clavos, que les obliga a transmigrarse de las provincias donde viven con

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