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128 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA bre sí los misioneros sin causa bastante, y los indios notablemente lo pa– decen porque, para asistir 30 almas, debe dejar el misionero un crecido pueblo de 500 almas con grande atraso de los indios. 8. - La escolta que Su Real Majestad concedió a estas misiones primeramente de 25 a 30 soldados con su oficial; después se rebajó a 18 soldados y ahora se ha quedado con el número de 11, y este número de 11 se aumenta con uno o dos más cuando, por algún levantamiento inminente, se pide auxilio al Sr. Comandante general, como ha sucedido en dos diferentes ocasiones; y con este poco auxilio no se pueden ade– lantar las conquistas , y es milagro que no se pierde todo. En el pueblo de guaicas del Cavallapi, por no tener más de un soldado, se huyeron los indios y mataron a un vecino de la villa de Upata y después envistie– ron al Padre y al soldado, a quienes habrían muerto si no se lo hubiese impedido un buen número de indios caribes de la misión del Carapo, que se hallaban casualmente en el dicho pueblo del Cavallapi y con todo resultaron cuatro muertos . 9. - Habiéndo se mudado los pueblos de aruacas de Piacoa y de guaraúnos de Uyacoa y de Tipurua, por mandato del Comandante ge– neral D. Manuel Centurión, el de aruacas de Piacoa y el de guaraúnos de Tipurua en San Joaquín, a las orillas orientales de Caroní, más arriba del salto, conforme el gusto y disposición del dicho Comandante, y el de guaraúnos de Uyacoa en San Félix , en un sitio más arriba de los saltos de Caroní, una hora distante de sus orillas, hicieron en sus respectivos sitios todas las casas y labranzas correspondientes para su habitación y sustento , y, sin embargo que fue mucho el trabajo que a los tales in– dios les ocasionó dicha transmigración, padeciendo tales necesidades que de ellas enfermaron y murieron muchos y desertó enteramente el pueblo de Tipurua . Después que estos miserables tuvieron que comer y habían concluido sus pueblos, el dicho Comandante los hizo mudar otra vez a otro sitio un día distante de las orillas de Caroní a la parte occidental, y con esto a los infelices se les multiplicaron las aflicciones, viendo que no podían aprovecharse de su trabajo y que cuando salían de una ne– cesidad cuasi extrema, en la cual fue menester que para mantenerse de casabe se vendiesen lo poco que tenían, los metían a otra necesidad ma– yor. Por fin, para condescender a la voluntad del Comandante volvieron a mudar se en el sitio que actualmente residen, llamado Paracaycuru con el titular Santa Ana. Y con este pueblo ya van tres los que han he– cho dichos indios; y, no satisfecho el Comandante general de ver la pa– ciencia con que estos miserables sobrellevaron las necesidades sobredi-

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