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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN GUAYANA i13 territorio de la república, discurro que será el que abandonaron los ho– landeses intrusos en el río de Barima el año de 1768, luego que supie– ron, por los caribes sus amigos, que nuestras lanchas corsarias iban re– corriendo aquel río como uno de los más considerables que vacían en Orinoco, aunque quiera disminuirlo con el título de riachuelo, y no se atreve a nombrarlo el director de Esquivo por no declararse usurpador, a cuyo fin se hace también tan flaco de memoria que llama inmemorial a este establecimiento que apenas tiene dos años de anigüedad: véase para prueba de esto la pieza n. 3. Las muertes del guarda de la barraca Arinda y de los caribes inme– diatos, que atribuye el director de Esquivo a los españoles , es una impos– tura sin fundamento alguno, porque aquel puesto se halla fuera de nues– tra noticia como se justifica en la pieza n'? l '?y se manifiesta en el adjun– to plano. Nunca se ha disputado menos que ahora por los españoles la pesque– ría en las bocas de Orinoco a los holandeses, porque éstos no la hacen, y así es que en los tres años que há que armé las lanchas corsarias para este río , han apresado 23 embarcaciones extranjeras, pero ninguna pesca– dora, ni menos la han visto , ni ha llegado a mi noticia que los holande– ses hayan tenido posesión de tal pesquería, como consta de la pieza n. 1, y sólo he hallado un ejemplar de haberse encontrado y apresado por los españoles, el año de 1760, una pequeña goleta y dos lanchas holande– sas pescadoras en la boca de Orinoco y río de Barima, cuyo justificante es la pieza n. 4. Pero soy de parecer que se les niegue y defienda la pre– tendida pesquería porque ésta degenerará luego en un comercio ilícito difícil de cortar y gravísimo a las provincias españolas. En Orinoco se han retenido de los esclavos desertores de Esquivo únicamente los que son indios, y aun los negros que se vienen buscando el beneficio de la religión católica, porque parece de la pieza n . 5 que así lo ha resuelto Su Majestad, pero los demás negros esclavos, que, por el mal trato y otro motivo temporal, se hayan desertado y venido de Es– quivo, se han devuelto a sus dueños cuando los han reclamado, o se les ha dado su valor en plata, porque se han conformado con la venta, co– mo se evidencia en las piezas n. 6 y otras de su naturaleza que existen en estos reales oficios. Pero es de advertir que desde que el director de Esquivo se apropió los dos negros Ambrosio y Francisco, esclavos de Thomas Franquiz y de Agustina de Atocha, vecinos de Guayana, que desertaron de esta ciudad a la colonia y que en ella los vendió por su cuenta y provecho Lorenzo van Gravesand, como consta de la pieza n.

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