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MISION DE LOS CAPUCHI NOS EN GUAYANA 103 ron que ya no irían a los cucuicotos porque el negro los había combina– do y que el negro iba de capitán en esa función. En esos días teníamos que sospechar que hiciesen otro levantamiento, como el pasado, por la arrogancia y otr as pintas que tenían los caribes; demuestran estas señas a la voz del más ínfimo extranjero holandés ; esto será por el arrimo que tienen a Esquivo en cualquiera fuga que hagan de nuestras misio– nes, y ahora últimamente se ha descubierto otra mala intención de los caribes de nuestr as misiones y de los Padres Ob servantes de quererse le– vantar y refugiarse en la Patagua , protegidos de los holandeses . Naturalmente los esquiveños aumentaron mucho sus caudales con el servicio de tantos indios esclavos y, a la medida que se les agregan muchos ingleses, multiplican las haciendas que, por ser tantos, parece que les faltan tierras de labor, porque con el pretexto de tener guardias adelantadas, tant ean extender sus plantajes y territorios; según noticias que nos dan los indios , ya tienen ocupado con haciendas todo el río de Esqui vo desde su boca hasta la boca del Cuyuní, que se dice, que me– dian 20 leguas de navegación. De dicha boca de Cuyuní, río arriba de Esquivo , a ocho días de navegación, tienen una guardia de seis soldados, y se dice que en esa distancia de los ocho días no hay plantajes por ser tierras arenosas. El año de 58 avisé al Comandante del presidio de Guayana que en el río Cuyuní, con capa de posta, estaban de asiento dos familias ho– landesas , con casa y labranza, y mandó a cogerlos y les hallaron una pa– tente del gobern ador con las órdenes que debían observar y va notada con ésta, letra C, y una lista de los nombres de caribes de quienes ha– bía de cobrar 27 poito s y 37 hamacas, que está marcada con la letra D; y dicho comandante envió a los dos holandeses al gobernador de Cu– maná , D . Nicolás de Castro, con dichos papeles en lengua holandesa. Otros holandeses se habían domiciliado muy acá arriba de Cuyuní, cer– ca de la boca de Curumo, que no dista mucho del Cavallapi, y después se retiraron. De que se infiere cuánt o procuran adquirir nuevos sitios para ale– gar posesión y con el tiempo mover ruido, si no se les ponen linderos, porque ya imaginan tener por propio el río Cuyuní, cuando antes no pasaban de su boca los guardias; lo demuestra la patente de órdenes que debe observar el cabo de Cuyuní, y aun el gobernador lo defiende por suyo con la queja que envió al mencionado Comandante del presidio, y asimismo defiende por suyos los ríos Moruca y Barima, sobre que funda ahora la queja con tra el expre sado Comandante general con los dichos

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