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40 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA tes. El cometido de la misma no era sólo, según parece, demarcar los lí– mites entre las posesiones españolas y portuguesas por aquellas partes, sino estudiar también la situación de fronteras con la colonia holandesa del Esequivo. Uno de los llamados Comisarios de dicha Expedición, el Coronel D. Eugenio Alvarado, adelantó su viaje casi un año al de lturriaga, que desembarcaba en Guayana el 22 de julio de 1755. Alvarado fijó su resi– dencia en el pueblo de Caroní, donde se encontraba ya los primeros me– ses de dicho año; marchó luego al de la Divina Pastora, en el que firma muchos de sus informes; pasó también al de Altagracia, y, en su deseo de recoger datos y noticias sobre el terreno, cerros, ríos, comunicacio– nes, productos, etc., con el propósito de utilizar esos conocimientos con– tra los holandeses cuya expulsión proyectaba, estuvo en otros pueblos de misión y recorrió casi toda la provincia, parando su atención en los ríos Caroní, Miamo, Yacuario, etc., y se hubiera acercado al Cuyuní si no le hubieran detenido razones políticas, como él dice. 2 Incansable en el trabajo y en recorrer tierras, Alvarado había ya redactado informes an– tes de que I turriaga se llegase a Guayana en julio de 1755. Uno de dichos informes, el más interesante en relación con la misión, versa sobre el "modo religioso y económico de vivir los Padres", en el que se pone muy de relieve el comportamiento de los misioneros en todos los aspec– tos de su vida y actividad: va inserto en la parte documental. Iturriaga, acompañado de José Solano y de su familia, se dirigió asimismo a poco de estar en Guayana a los pueblos misionales de Caro– ní, Aguacagua y Murucuri. A todos y en todas partes se les prestó por parte de la misión las máximas atenciones, proporcionándoles indios para bogas, bastimentos, etc. Por otra parte, sin que nadie hubiera sabido el motivo, la Expedición demoró su estancia allí casi un año, tiempo más que suficiente, como escribía el Prefecto a Mateo Gual, para terminar con todas las provisiones de la misión, mucho más que nadie "alargaba un medio ni se miran esperanzas de esto" . 3 Y no sólo mientras los expedi– cionarios estuvieron en Guayana sino aun cuando habían pasado a las misiones de Observantes y Jesuitias. "Siempre -dice el P. Cervera-, continuó nuestra misión enviándoles todos los socorros que pedían, así de casabe como de indios bogas, con la misma molestia que cuando la 2. DEMETRIO PÉREZ RAMOS. El tratado de límites de 1750 y la expedición de ltu– rriaga al Orinoco, Madrid, 1964, 66. 3. Carta del P. Prefecto Benito de La Garriga a Mateo Gua!, Suay, 25 junio 1756 (Archivo General de Simancas (AGS), Estado, 7389, f.2) .
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