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380 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA te porque tengo en poca confianza los lenguaraces, sería de parecer que V.S. se satisfaciese mejor con los originales que tiene el Sr. D. Félix, y yo quedaría también más asegurado de la verdad. Bien describen el áni– mo que tienen esos extranjeros y motivo dan para pensar que quieren apropiarse todo el río de Cuyuní, si antes no se les corta el paso, y así nunca tendremos sujetos los caribes con el título colorado de impedir que no pasen los de Surinám por aquel río a comprar esclavos, ponen esas postas. De todo lo dicho infiero que nunca mejor que ahora será la ocasión para procurar que se haga el pueblo que se ha discurrido, tan convenien– te para cerrar el río Cuyuní, a fin de que no se comuniquen los enemi– gos de las misiones por los demás ríos. Toda la dificultad que puede ha– ber se vence concediendo para el dicho pueblo diez soldados determina– dos; el señor gobernador quiere para éste queden indefensas las otras mi– siones de caribes, que aunque el dicho pueblo cause respeto a nuestros caribes, impidiéndoles pasar por aquellos ríos, pero no tanto que les impida la comunicación del Imataca, Aquire y los pasos arriba del Tu– cupu, que les quedan libres en caso de sublevación y entonces casi se– ría desamparable por lo lejos, si no asegurábamos primero particular con– veniencia de gente para el dicho pueblo, y por eso ha de tener y conside– rarse con otras circunstancias, que las demás misiones para que no cese el fin de obra tan superior y que tanto conviene para que jamás se veri– fique que pasen con poitos por aquel río ni caribes ni holandeses. Por mi parte seré eficaz en dar principio a la obra, siempre que V.S. se sirva avisarme que tendremos seguros los diez soldados para el dicho pueblo, porque sería de gran consuelo para los Padres de tierra adentro aquel padrastro seguro y más que todos el P. Tomás para que se quemen tan– tas rancherías que hay de jornada a jornada hasta Esquivo, tanto por los ríos como por tierra. Los barinagotos y guaicas del P. Tomás han vuelto de la entrada muy desconsolados porque pensaban que de una les debían de matar a todos sus enemigos los caribes y mano armada, con palos, querían empe– zar con los primeros que hallaron y no lo permitió el cabo. Ofrezco a V.S. mi buen afecto y repito mi obediencia; ruego a Dios nuestro Señor guarde a V.S. muchos años. Suay y septiembre, 22, de 1758. Besa la mano de V.S. su más seguro servidor, Fray Benito de La Garriga.

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