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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN GUAYANA 367 ciar poitos en Tucupo por cerca que es y por las entradas que los indios de dicho pueblo, con los soldados de él, sería conveniente hacer; sería de tal conveniencia este pueblo que jamás subirían enemigos por esos ríos ni los caribes del Miamo, Carapo y Cuyuní bajarían por ellos a Es– quivo con poitos, y creo se mantendrían más seguros en las misiones porque les faltaría la comunicación de los caribes del Cuyuní y Esquivo, y si no se procura cerrar el paso, en breve se acabarán las naciones man– sas que son las perseguidas mencionadas, y es muy sensible el ver que se llevan por esclavos los que se han poblado en el Yuruario, y creo que nunca he oído el afán de los holandeses para adquirir poitos tanto co– mo ahora, y por eso se hace tan poco fruto en la conversión de los cari– bes, porque, aconsejándoles los holandeses que no se amisionen, no quie– ren estar en pueblo y muchos se vuelven al monte, y por estos malos consejos se sublevaron las cuatro misiones el año de cincuenta, porque les dicen que, si se pueblan, se hacen esclavos de los españoles, que no pueden ir a la guerra, que no pueden tratar con los flamencos. También doy a vuestra merced esta noticia que adquirí de ellos, yo N., que viniendo de Esquivo para hacerse cristiano, después que se bau– tizó, me dijo que él había traído muchos papeles de Esquivo y entre ellos un capítulo en que tienen demarcado los gobernadores su jurisdicción. Esta llega, dijo, hasta la boca de Aquire y de esta boca, línea recta, tira– da al sur, es línea divisoria para su gobernador; de suerte es que dicha línea llega a parar hasta las orillas de las últimas sabanas de nuestras mi– siones del Miamo, etc. Dicha línea pasa por Tocuyo y Curumo, y atra– viesa y llega (a) Aripanury mencionado. Yo discurro que esta noticia que el dicho me dio, si es verdadera, se han cortado el vestido a su gus– to con el paño hurtado; probará esta verdad el saber que los goberna– dores dan licencias a veces con estas limitaciones. Todo lo que tengo referido es tan sabido como público: que la lás– tima es que nunca se escarmientan los compradores de poitos, y ya que Su Majestad tanto encarga a las justicias que procuren que se traten bien los indios reducidos, también los encarga de sus indios que tengan paz con los españoles y que los defiendan de los que les hacen guerra. To– das las naciones que he mencionado arriba son tales que no faltan más que operarios para irlos a buscar o convidar a la reducción para salir a pueblo, como lo hacen los barinagotos; y es tanta la ojeriza que los ca– ribes les tienen, que a todas estas naciones no les llaman de otra mane– ra que los guaicas: poitos los barinagotos, poitos los anarucotos, poitos y ya son poitos antes de cogerlos, etc.

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