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MISION DB LOS CAPUCHINOS EN GUAYANA 349 de la nación caribe en las entradas de paz que solían hacer antes de que– mar los pueblos el año de 1757, las cuales hamacas se vendían y venden hoy, aunque muy raras, dentro y fuera de las misiones a siete pesos. Granjerías a beneficio de los indios individuos acogidos a las misiones Residen esparcidos en las misiones, a más de los soldados que res– pectivamente tienen de escolta, varios españoles de la provincia de Cata– luña, unos desertores de navíos y otros que buscan su utilidad; éstos lo– gran los víveres para el simple vivir de mano de los Padres que gustosos se los dan porque les hagan compañía y ellos siembran su tabaco, arroz y maíz, rescatan de las indias con cuenta algún algodón hilado y crían sus gallinas para revenderlo todo continuamente a los que vienen del pue– blo de Guayana a comprarlo. Estos tales, con el permiso del Padre Presidente, crían sus potrillas o mulas que pacen en las sabanas y después se venden cuando hay oca– sión, dentro o fuera de la provincia, y así de mano en mano juntan sus pesos. Los individuos, indios e indias, de los pueblos que no son del hato, tienen sus pequeñas granjerías para proveerse de guayucos, onoto y cuen– tas, y así cogen de sus labranzas algún casabe y maíz, si bien, como son tan glotones y no miran por el día siguiente, se lo comen y beben en chi– cha; pero el que no tuvo este destino, lo venden a los blancos que vienen de Guayana a comerciar con ellos. Asimismo crían algunas gallinas que viven con ellos, y tan pocas, que si venden cuatro, se quedan sin gallinero. En algunos pueblos se trabajan cabuyas y cuerdas que tienen mu– chos usos, de curaguate, que es una especie de pita mejor que el cáñamo de España y tan bueno como el lino. Hay otra especie que se llama co– cuisa que tiene las mismas aplicaciones pero que no es tan fina como la primera, y unas y otras las tuercen los indios y venden como se les pre– senta la ocasión, pero por lo regular es preciso mandarles hacer y cues– tan a dos y tres reales cada una. En la misión del hato, como hay abundancia de cerda, tejen los in– dios algunas cabuyas de este pelo, que son estimadas para cabestros de caballos, y así de esto como lo que les sobra de sus labranzas, comercian con los blancos cuando se presenta la ocasión; la continua pereza que rei-

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