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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN GUAYANA 343 Asímismo tienen la economía y practican algunos la obra de cari– dad de recoger la especie en contante, que víene a manos de los indios, y por ella les dan su equivalente, pues a la verdad el indio no aprecia el dinero sino es la coleta, angaripola para guayucos, hachas y machetes pa– ra las labranzas, y, si el Padre no lo hiciera así, se quedarían sin el dine– ro cuando viniesen a los pueblos como continuamente van y vienen los individuos de Guayana a comerciar con dichos géneros por casabe, plá– tanos, gallinas y algodón hilado. A espaldas de estos principios de economía practican la admirable costumbre de convertir en beneficio de los indios de su pueblo aquel jor– nal que, según arancel, devengaron trabajando en la labranza del común y demás granjerías del Padre, pues, de la total ganancia e importe que rindió la granjería, separan el valor de los jornales del sudor de los in– dios, y éste lo emplean en coletas, angaripolas y demás útiles de hachas y machetes que reparten al cabo del año entre el común del pueblo. Para que en los pueblos haya la regular subordinación y método ci– vil en sus individuos, eligen de los indios más despiertos y hombres de razón, un cierto número de oficiales y ministros de justicia compuesto de capitanes, tenientes alférez, sargentos, alcaldes, fiscales y alguaciles, que todos traen su insignia, y a éstos obedecen los indios y por ellos se gobiernan para ocurrir a todas las mecánicas del pueblo, a saber: ir por agua, barrer la iglesia y casa del Padre, traer el detall de los que han de ir a trabajar aquí o allí de peones o bogas, como para las labranzas y de– más servicios personales a que deben acudir, y así el Padre no hace sino dar su orden a estos sujetos la que obedecen y creen mejor que el Evan– gelio del día. Aunque el modo de hacer las entradas a los bosques por la solici– tud y conversión de las almas infieles correspondía al capítulo del modo religioso de vivir los Padres, lo incluyo en este económico, o, a lo menos, correrá como precisa digresión, porque a la verdad es más necesaria la política que el Evangelio, respecto que los bárbaros respetan más el fu– sil que el Santo Cristo, y la palabra divina la ignoran así como los euro– peos el lugar nativo de ellos. Antes, pues, de entrar en los bosques y montes, preparan su matalotaje de carne, tazajo, casabe y otras cosas pa– ra subsistir con su comitiva aquellos días de peregrinación, como tam– bién algunos guayucos de coleta y angaripola, hachas, cuchillos y mache– tes para regalar a los indios y abalorios para sus mujeres; eligen del co– mún de las misiones dos o tres indios de confianza de la nación que ha– bita la ranchería que van a visitar y éstos sirven de intérpretes y testimo-

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