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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN GUAYANA 341 gla; cumplido este acto de comunidad , se retira cada uno al pueblo de su residencia, a practicar los ejercicios que quedan referidos. Modo económico de vivir los Padres Es público y notorio que hasta el año 1726 no pudieron subsistir en la provincia de Guayana, por la suma miseria del país, los Padres misioneros capuchinos catalanes , que antes habían venido. La actividad y providencia que tomaron los RR. PP. Fray Tomás de Santa Eugenia, Fray Benito de Moya y Prefecto Fr. Agustín de Olor, vencieron el impo– sible, formando un hato de ganado mayor, con el cual, asegurada la vi– da humana, se dedicaron a la conversión de bs almas . Sobre este prin– cipio de gobierno establecieron que todo religioso viviese de la carne de la misión en los pueblos que se fuesen adelantando y, como en aquel tiem– po eran pocos, fue tomando conocidas creces el fondo de subsistencia. Conforme se iban congregando a pueblos los indios pariagotos que habitaban las ramificaciones de los montes de Imataca, que empiezan és– tos desde Guayana y corren norte a sur y aquéllos de este a oeste, desti– naban a cada pueblo un religioso con título de Presidente que en aque– llos tiempos era el propi0 fundador. La sola subsistencia de carne que tenían, no era suficiente para la vida humana y, por la falta de harina, proyectaron que , así como los indios para su mantenimiento hacían sus labranzas de yuca, que al propio tiempo hiciesen otra propia del Padre, con lo cual quedaron mantenidos de pan y carne. A la cosecha de yuca siguió con el andar del tiempo la de arroz, plátano y caña dulce, sobre cuyos pies de hato y labranzas, se han levantado las granjerías y utilida– des que se explican en su lugar. Con el aumento de individuos operarios que fueron viniendo de la provincia de Cataluña, fueron creciendo los pueblos, como se reconocen del pliego n. 3, y fue a más la necesidad de buscar donde vivir por no pagarse en las reales cajas las anuales asign::1.ciones hechas por el rey a los religiosos , y así, para adaptarse en algo a sus constituciones, eligieron síndico y formaron una masa común para que un religioso con título de Procurador la manejase, así como hacen en España los regimientos del ejército con el fondo que llaman de arbitrios. En esta masa común en– tra lo que cobra de las asignaciones y todo el producto de las granjerías que se explican en su lugar, y el P. Procurador que hace de cajero, con el dictamen o visto bueno del superior, tiene el cuidado de comprar y pro– veer, por sí o por medio del síndico, de todo lo necesario que no fructi-

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