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340 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA tener y no tener, que era usufructo de lo adquirido; esto sucede con los poseedores de feudos, mayorazgos o fideicomisos, pero, como se diferen– cian en la orden de sucesión que debe set en la familia, queda, a mi mo– do de entender, este misionero usufructo como el de las encomiendas militares, que pasa la propiedad al cuerpo de la Orden, muerto el co– mendador. Supongo que este usufructo de los Padres misioneros tiene sus restricciones, pues entra en poder de un depositario que es Procura– dor del común de las misiones, contra quien tienen el crédito y facultad para pedir a cuenta de su haber, como se explica en el modo económico que tienen de vivir. Supongo también que este usufructo lo consumirán a beneficio de su propio altar y de los indios donde lo adquieren, para dejar así cumplidas las obligaciones religiosas y a salvo de reparos en la posesión de bienes temporales. En cuanto a la continencia son ejemplarísimos, pues, por lo que de otros misioneros y curas se habla en la América, se diferencian de todos, y no hay ejemplar público de haber relajado su voto de castidad. Asimis– mo son celosos en el cuidado espiritual de los indios, pues le cultivan con su ejemplo y procuran la administración y sacramentos hasta donde permite el moral y la capacidad de los indios, y sobre todo que no falten al rezado todos los días, con otros ejercicios devotos que suelen hacer los naturales más por mecanismo que por racionalidad. Son forzosos en solicitar pueblos cada uno, donde reside con voz activa de Presidente, y, como hay más religiosos que poblaciones, es pre– ciso que muchos de los modernos queden con la voz pasiva de compañe– ros de los más antiguos, y éstos hacen continuos esfuerzos con el Prelado para que los dejen internar en el país y lograr así, fundando pueblo, tener la colación de su encomienda religiosa. Del número de los Padres elige el Prelado un religioso que cuide de lo espiritual del pueblo y tropa de Guayana, el cual ejerce el oficio de cura y capellán de la tropa y tiene la colación del beneficio en fuerza de su presentación, sin que por ésto quede independiente de su Prelado, pues es considerado como un misionero, y el pueblo, como anejo de las misio– nes de la provincia. Observan en todo y por todo sus constituciones de la provincia para elegir superior, pues, antes de cumplir los tres años, se convocan en la misión de Suay, donde imploran el auxilio del Espíritu Santo y, por plenitud de votos, queda canónicamente electo el individuo con título de Prefecto, a quien dan la obediencia con las demás formalidades de su Re-

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