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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN GUAYANA 333 plazas que me parezcan al presidio de la Guyana para atender al refe– rido resguardo, siendo de la aprobación del virrey de Santa Fe, a quien deberé dar antes cuenta y a Su Majestad para que también lo apruebe, debo, señor, decir: que, hallándome bien instruido, por las diligencias que practiqué cuidadosamente en Guayana, del estado, situación y cir– cunstancias de dichas misiones, como en esta ocasión lo explico separa– damente, tengo por indispensablemente necesaria que la escolta que S.M. ha venido en conceder a los referidos misioneros se componga de treinta hombres con un teniente, así para el abrigo y conservación de los pueblos ya fundados como para el seguro de las entradas que se hacen a los mon– tes para traer indios que ir agregando, las que serán en adelante más repetidas por el nuevo aumento de operarios que poco ha llegó en la mi– sión de esos reinos, cuyas conquistas son de grande peligro, sin embargo de que dichos misioneros sólo pretenden los que voluntariamente quieren venir con ellos. Y, considerando con reflexa sobre los dos arbitrios que S.M. se ha servido proponer para dicha escolta de resguardo, sólo hallo practicable el de haberse de aumentar al presidio de Guayana los treinta expresados hombres y su teniente, siendo imposible el haber de sacar este número de la tropa existente de mi cargo. Lo primero porque, no ha– biendo en esta ciudad la suficiente para el servicio de sus castillos y de– más urgencias del real servicio, que continuamente ocurren, se mantienen siempre aquí, como lo tenían arreglado mis antecesores, setenta hombres cuando menos por destacamento de la guarnición de Araya, con lo que se hace patente que de la tropa de dichos castillos no se puede atender al enunciado resguardo. El segundo motivo que imposibilita este arbitrio es que, además de hallarse minorada la antigua primera dotación de la real fuerza de Ara– ya por los últimos reglamentos y reducidas sus plazas de trescientas a doscientas y cuarenta en su total, como consta del estado que en otra in– cluyo con el respeto debido a V.E., salen incesablemente (sic) de ella el referido destacamento para esta ciudad otro de diez hombres de auxilio para las misiones de los Padres Observantes, y otro que va a la ciudad de la Nueva Barcelona, solamente en número de quince hombres, sin embargo de la real disposición que previene sea de veinticinco, el cual no se completa, aunque necesario, por no dejar en desamparo aquel casti– llo, montando dichos tres destacamentos a noventa y cinco soldados que, deducidos de las citadas doscientas y cuarenta plazas, es evidente no que– dar de ellas más que ciento cuarenta y cinco, en que se debe estimar la existente guarnición de aquella fuerza, en cuya vasta extensión parece

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