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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN GUAYANA 317 distantes de dicha ciudad de Guayana, por lo que están en evidente peli– gro de destrucción, que con tanta facilidad pueden intentar y ejecutar los muchos y bárbaros indios infieles, sus confinantes; todo lo cual para la permanencia y adelantamiento de nuestras reducciones, necesariamente pide que V.M. se digne favorecernos y socorrernos con doce familias ca– talanas, y las demás, hasta treinta, para que sea con el menor costo de vuestra real hacienda, pedimos y suplicamos a V. Majestad nos dispense real despacho para poderlas reclutar en las provincias vecinas a ésta pa– ra formar de ellas un pueblo cerca de nuestras misiones, para escoltar así las fundadas como las que en adelante se fundaren, pues son muchas y diversas las naciones de indios que hay para poblar y reducir a las fronteras de las últimas nuevas misiones de los caribes, como noto en la conclusión de las matrículas; pero es muy preciso, para establecerse en su pueblo las referidas familias, se digne V.M. de conceder y librar a ca– da principal cabeza de ellas medio sueldo anual conforme el entero que ganan los soldados del presidio de Guayana, sólo los primeros años, has– ta que, con el fomento de las misiones y de su industria y trabajo, con– sigan la manutención necesaria. Y para que dicho libramiento de medio sueldo expresado tenga el debido efecto, pedimos y suplicamos a V.M. se digne consignarlo en las reales cajas de la ciudad de Santa Fe de Bo– gotá, y que anualmente venga junto con la situación de la Infantería del presidio de la Guayana. Y así, coadyuvadas dichas treinta familias, podrán poblarse y esta– blecerse y adelantarse mucho nuestras reducciones, lo que no podrá con– seguirse sin ese medio y providencia, de que depende asimismo su per– manencia, porque el presidio de la Guayana no las puede socorrer con más soldados, pues habiendo nuestro gobernador y capitán general Don Diego Tabares construido el fuerte de San Diego de Alcalá en la corona del cerro del Padrastro que predomina el castillo, apenas alcanzan los soldados de servicio para la necesaria guardia de uno y otro. Y, para que con las expresadas y tan necesarias providencias, no falte la de misioneros, necesitamos de seis para que no padezca atraso la reducción por falta de ellos, pues de catorce actuales, que existen en estas misiones, uno está muy achacoso y dos ya viejos. Es asimismo ineistable ( sic) el representar a Vuestra Majestad que, no obstante las repetidas reales cédulas para el efecto de que los señores oficiales reales de la ciudad de Caracas nos socorriesen con las limos– nas atrasadas y corrientes, que la real piedad de V.M. nos tiene consigna– das en aquellas reales cajas, después de tantos años no hemos gozado el

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