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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN GUAYANA 303 castillo y curato de Guayana, en lugar del P. Fr. José Antonio de Vique, religioso de la misma misión, que de orden de V.M. lo ejercía, y, ha– biendo éste fallecido y careciendo dicha ciudad y guarnición del castillo enteramente del pasto espiritual y sepulturas necesarias a los vivos y di– funtos, y conferido yo con el expresado prelado extrajudicialmente, le reconvine para que se abstuviese de entrometerse en el mando temporal ni militar, directa ni indirectamente, próxima ni remotamente, y prove– yese ministros para la administración de los santos sacramentos, porque en otro modo me obligaría a usar de los remedios que dictan vuestras reales disposiciones, sobre que se redujo, allanándose dicho Prefecto y consiguientemente se proveyó religioso que sirve de cura capellán a dicha guarnición y ciudad, para lo cual impetré licencia interina acostumbrada del Ordinario, Vicario Superintendente de esta ciudad, que inmedia– tamente concedió para la enunciada administración de los santos sacra– mentos. Y habiéndose hecho lista y padrón de toda la gente española, blancos y de color quebrado, se hallaron ciento y cuarenta y siete almas, en que se incluyen cincuenta y siete hombres de armas de los que formé una compañía de milicias, a cuyos oficiales se despacharon sus respec– tivos nombramientos, para que concurran, donde fuere dispuesto, en las invasiones de guerra, y se destinaron al resguardo de las misiones y casas fuertes doce de dichos milicianos, y asimismo un artillero y ocho fusile– ros por ahora, habiendo señalado al capitán de milicias el sueldo de una plaza de fusilero en la compañía que guarnece el castillo, para que con esta ayuda pueda cumplir las obligaciones que se le encargan, recogien– do a la ciudad todo el vecindario disperso en los enunciados pueblos de indios amisionados, donde queda dispuesto se les repartan solares y tie– rras para sus respectivas labranzas, habiéndose reedificado la ciudad a vista del castillo bajo del amparo de su artillería a la parte de arriba del río, mediando entre ciudad y castillo el cerro, que a éste por la parte de abajo y a la ciudad por la parte de arriba de dicho río, sirve de padrastro y de guarda y defensa a uno y otro, construyendo en su altura la batería de cuatro cañones y cuatro pedreros que he dispuesto. La población nueva de dicha ciudad se ha establecido en el sitio nombrado el Baratillo, con agua de manantial perenne, inmediata a las riberas del río Usupamo, con mucha comodidad de tierras de labor, pastos para la crianza de ganados y pesquerías en el río Orinoco. Y re– conocidas las casas que se han reedificado, se hallaron veintinueve bue– nas y capaces, con mucha mejoría a las chozas que antes tenían, aunque cubiertas de paja, antigua costumbre de aquel territorio, por no haberse
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