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302 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA muchachas, todos de su parcialidad y nación, que se pusieron bajo del real amparo de V.M. y compusieron treinta y tres familias con ciento y dieciséis almas. A esta población se dio principio luego, suministran– do los bastimentas, herramientas y lo demás necesario del Prefecto y Conyúdices, y discurro se hallará concluida con su casa fuerte y seis hom– bres del castillo y vecindario de Guayana, que se destinaron para su es– colta. El mencionado capitán ha ofrecido reducir luego a ella con faci– lidad todos los de su nación, enemiga de los caribes, y este caudillo muy guerrero hízose cristiano por haber tenido pocos días antes reencuentro con los caribes, en el cual perdió más de cien hombres de armas, y él quedó por muerto en el campo con muchas heridas, de las cuales algu– nas se reconocían todavía abiertas sin acabar de curar. Pero, habiendo quedado el campo por dicha nación de panacayos, hallaron entre los muertos y retiraron este capitán su caudillo, que luego pidió el agua del bautismo, y le trajeron a que la recibiese, como la recibió de uno de los Padres. Esta población, si se consigue su permanencia, dista treinta leguas de la Guayana, servirá de antemural a estas misiones de Padres Capuchinos catalanes, y pudiéndose adelantar otras más tierra adentro, se vendrán a cortar las trochas y veredas que ellos llaman caminos rea– les, por donde, con larga travesía, se comunican los indios caribes de Puruey y Caura con la colonia holandesa de Esquivo, motivos que me persuadieron a hacerle algunas pequeñas dádivas, admitirle debajo de vuestro real amparo y vasallaje, con sujeción al Prefecto y comunidad de misioneros, y a despacharle, en vuestro real nombre, nombramiento interino de capitán de aquella nación y de su población. El pueblo de nación de Santa Bárbara de Payarayma, situado a dos leguas de Guayana tierra adentro, tiene cuarenta casas y cincuenta y cua– tro familias, que las componen doscientas y cinco almas; fue incendiado por los ingleses en la invasión próxima pasada, y destruida. Su casa fuerte mantiene desmontados dos falconetes; su temperamento, situa– ción y aguas son saludables, con tierras a propósito para arboledas, y de labor para todo género de frutos, para mucho más vecindario, con sus pesquerías al Orinoco, hallándose la iglesia proveida de las alhajas y ornamentos que parecen de inventario. El motivo por qué no comparecieron todos los vecinos, unos de la ciudad y otros dispersos acogidos en los pueblos de misión o en sus distritos, fue haberse opuesto el Prefecto, quien, en iguales términos, se me había negado a proveer religioso que cuidase de la capellanía del