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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN GUAYANA 299 los siete pueblos de misiones de PP. Capuchinos catalanes, situados la tierra adentro. Los mencionados pueblos no están impuestos en pagar diezmos , y los misioneros se mantienen de la limosna que Vuestra Majestad les tie– ne asignada, de la que mendigan cada semana en el mismo pueblo, que reciben en frutos de sus labranzas de comunidad, con poca aplicación por la desidia de estos naturales al trabajo, y porque, aunque cojan muchos frutos, no tienen expendio por falta de tráfico y comercio, y de los ha– tos de ganado vacuno, con cuyo único fundamento empezaron a tomar pie estas misiones, cuyos indios hacen los trabajos que se ofrecen en la ciudad de Guayana y río Orinoco hasta Santa Fe, manteniéndoles y pagán– doles según estilo, esto es, en coleta, cuchillos, anzuelos para pescar, ha– chas e instrumentos para romper la tierra y otras vagatelas necesarias o comunes a su uso y costumbre. De modo que, aunque se les intente pa– gar con plata u otra moneda, no la quieren recibir y, si se les intenta obligar, hacen fuga, unos a los montes y otros a los caribes u otras na– ciones. Hállanse en estos pueblos el número de infieles que va especificado en cada matrícula y se les tolera multiplicidad de mujeres y otros abu– sos, con que primero los reducen a poblarse y desde luego se bautizan al– gunos de ambos sexos, e igualmente todos los párvulos y criaturas que nacen, a lo que no hacen resistencia, y consiguientemente les van redu– ciendo a menor número de mujeres y a recibir el bautismo cuando tie– nen aptitud, a excepción de algunos que protervos fallecen, dejando só– lo el fruto de los hijos que han tenido y bautizado. Estos pueblos, en la vida civil y política, parecen mejor impuestos que los demás situados en Orinoco y se hallan bien asistidos del pasto espiritual, sin inteligencia en el idioma castellano, por ser en todos los misionarios estudio cuasi irremediable el retirar a los indios del trato de los españoles, mantenerles en su idioma índico y conservarlos en una vida pobre y miserable, en la vituperable desnudez de los montes y sin el reconocimiento debido a la soberanía de V.M. y de sus ministros, que todos resisten, procurando mantener sus respectivos pueblos en perpetui– dad de misión, sin que jamás expiren los términos señalados en vuestras reales disposiciones para las erecciones de doctrinas, y consiguientemen– te imponerles la contribución respectiva a vuestra real hacienda, no por– que éstos se hallen en estado de tales erecciones, bien sí guiados por las mismas reglas que quedan enunciadas.
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