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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN GUAYANA 297 a las conversiones de dicha provincia de Guayana , a quien no le es in– conveniente la administración por la inmediación a sus misiones, y que, sirviendo de antemural a éstas, tienen más gratos a sus moradores para ayudarles con limosnas, asistencia de sus personas, resguardo, cuyo en– cargo luego que llegué a esta provincia a la visita eclesiástica pretendió revocar Fray Benito de Moya, Prefecto de dichas misiones, pidiéndome proveyera clérigo que asistiese aquel ministerio parroquial para poder retirar al religioso que tenía encomendado aquel ejercicio, por hallarse con necesidad de operarios evangélicos para emplear en las tareas apostó– licas de la conversión de infieles, de que hay copiosa mies en aquella provincia, a que se destinaron por Vuestra Majestad. Porque, aunque vi– nieron doce religiosos el año pasado de 1736, de éstos han fallecido cuatro, uno impedido con habitual enfermedad, tres ya viejos y última– mente otro que ha fallecido en estos días y se halla solamente con tres útiles y servibles. Las misiones que de presente existen son ocho, el nuevo pueblo de los isleños, y con dos mil trescientas veinticuatro almas ascriptas en el gremio de la Iglesia y no pueden estar bien asistidas en la instrucción del Catecismo por la falta de ministros; y en consecuencia de esto, me pidió informase a V. Majestad de esta urgencia para que se sirviese des– tinarles religiosos de la provincia de Cataluña para el santo ministerio de las misiones, y, cerciorado de la realidad de esta representación y que es lamentable el que por falta de obreros evangélicos se malogre cose– cha tan dilatada de almas, que ofrece el campo de aquella provincia y se frustre el gran celo que he experimentado de dichos misionarios de Ca– taluña en la conversión de los indios, se hace indispensable a mi obliga– ción ponerlo en la real noticia de V.M., a fin de que se sirva dar pro– videncia de que por lo presente se destinen seis u ocho religiosos de la provincia de Cataluña a la de Guayana para la conversión de las misio– nes fundadas y adelantamiento de otras que ofrece el crecido número de infieles que hay en ella y necesitan de reducirse, siendo los más de és– tos, a excepción de los caribes, unos infieles que no resisten el Evangelio sino solamente les faltan ministros que les comuniquen sus luces para venir al sagrado gremio de la Iglesia, en que tanto se interesa la mayor honra y gloria de Dios y el real católico celo de Vuestra Majestad, a cuya Católica Real Persona guarde como la cristiandad ha menester. Cumaná y octubre, 25, de 1741. Francisco, Obispo de Puerto Rico ( firma y rúbrica)

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