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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN GUAYANA 263 bas majestades, en que se padecieron no pocas incomodidades y trabajos, tanto por lo fragoso de los caminos cuanto por lo despoblado de aque– llas tierras, solamente habitadas de indios infieles y bárbaros, metidos en los montes. Y con la presencia de dicho caballero gobernador, que ha sido el único que hasta ahora entró tierra dentro de esta provincia, y, las eficaces exhortaciones y persuaciones del dicho R.P. Prefecto, die– ron muchos de los indios demostraciones de quererse reducir y poblar en misión, como en efecto en esta ocasión se congregaron muchos de ellos en dos diferentes sitios a propósito para formar en ellos dos pueblos, en donde se mantienen hasta ahora con el desconsuelo de no poderles dar misioneros que los cuide y enseñe hasta que nos vengan de España. Después de todas esas bien logradas diligencias y buenos servicios en que se aplicó dicho caballero gobernador Don Martín de Arredondo, en obsequio de entrambas majestades, se restituyó a la ciudad de Gua– yana, sin ausentarse de ella hasta que, a su satisfacción, quedó la provin– cia libre de la epidemia de las viruelas. Y en el año pasado de 1729 volvió dicho señor gobernador a ésta de Guayana, a causa de haberse introducido en ella el Ilmo, Sr. D. Nicolás Gervasio, de nación francés, con el título y carácter de Obispo Orrense (sic) y misionero apostólico con bulas y breves apostólicos para poder hacer misiones en esta provincia, fundar colegios y con otros muchos pri– vilegios y gracias apostólicas. Y, habiendo llegado a la ciudad de Gua– yana el referido gobernador, comunicó a dicho señor obispo misionero sobre su venida y consecuencias, y con la buena atención y prudencia que le asiste, disuadióle de la empresa que intentaba poner por obra en esta provincia, por no haber obtenido el pase de Su Majestad Católica como pedían y requerían reales órdenes para semejantes expediciones. Y, ha– ciendo capaz a dicho señor obispo de razonable y justa oposición que en este particular se hacía, precisado de las obligaciones de su empleo, asin– tió el señor obispo a retirarse a la colonia de Berbiz, a donde se condujo, dándole el señor gobernador todas las providencias necesarias para ejecu– tar su viaje con la custodia y decencia conveniente. Y últimamente en este presente año de 1731 fue precisado dicho caballero gobernador Don Agustín de Arredondo a volver a ésta de Guayana, a fin de poner en razón y pacificar a los indios caribes que se hallaban levantados por haber dado cruel muerte al dicho Ilmo. Sr. D. Nicolás Gervasio, obispo misionero en el río Aquire, en esta provincia, en donde hizo morada dicho señor obispo para hacer misión a los cari– bes de aquel río y sus confines. Atrocidad y levantamiento que dio roo-

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