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INTRODUCCION XXV nados, que todos ellos añaden al final explicaciones catequísticas bilin– gües en bien de los que tenían que adoctrinar a los indios. De los éxitos logrados en esa enseñanza valga por otros muchos testimonios que pudieran aducirse, lo que afirma Diguja después de vi– sitar esta misión de Guayana en 1761: Que si bien era verdad que no en todos los indios y en todos los pueblos era igual la educación de aque– llos, los habitantes de las poblaciones más antiguas estaban vestidos y muy bien instruidos en la doctrina cristiana y bastantemente inteligentes en el idioma castellano, y muchos de ellos impuestos en la música, in– cluso de instrumentos, tocándolos "con habilidad más que de indios". 34 V ETAPAS Y PUEBLOS FUNDADOS Para resumir la historia de esta misión es forzoso dividirla en eta– pas, marcadas por algún acontecimiento de importancia, que influyó no– tablemente en su desarrollo. Existe desde luego una primera etapa que corre desde 1687, fecha en que se inició prácticamente, hasta 1724, en que, después de dejada la isla de Trinidad ( 1714) por haber terminado su labor evangelizadora, lle– ga a Guayana una nueva expedición de misioneros; con ellos se reanuda– ría la misión en esta provincia definitivamente. Durante esos cuarenta años primeros la misión ofrece dos vertien– tes: la isla de Trinidad y Guayana. Los pueblos fundados por los misio– neros capuchinos en la primera fueron éstos: Inmaculada Concepción de Naparima (1687), Sabana Grande o Anunciación (1687), Sabaneta de Santa Ana (1687), San Francisco de los Cocos ( 1689), extinguida el mismo año, San José de Cariero ( 1691), que sólo subsistió hasta 1697- 1698, Mallero ( 1697), que pasó a los Arenales con título de San Fran– cisco y que desapareció en 1700, y por fin Nuestra Señora de Monserrat. Como no eran muchos los indios y para 1708 se consideraban todos re– ducidos y catequizados, reunidos todos en los cuatro pueblos de Napari– ma o Guairía, Sabana Grande, Sabaneta y Monserrat, fueron erigidos en doctrinas a principios de 1713, y los religiosos dejaron la isla el uno de febrero 1714. 34. Cfr. la nota 14.

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