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XXII INTRODUCCION cualquier misión, los que por otra parte son muy comunes a todas. Pro– curaré hacer resaltar algunas peculiaridades respecto de los indios de ésta de Guayana. Había en ella indios de muy diversa índole y manera de ser: unos relatív~mente pacíficos, fácile s a la reducción o por lo menos al trato, como fueron los guayanos, guaraúnos e incluso los pariagotos, con los cuales se formaron las primeras poblaciones. Hubo mayores dificultades para sujetar y reducir a los guaicas, barinagotos y sobre todo a los arua– cas, justamente porque, viviendo más en contacto con los holandeses, és– tos influían en ellos para que no se redujesen, porque así se convertían en esclavos de los españoles, en expresión de los propios holandeses. Exis– tía por otra parte el motivo de que éstos se valían de los caribes para el ilícito comercio de los llamados "poitos", en el que estaban interesa– dos unos y otros, hechos de todos conocidos. Además, los misioneros tuvieron que enfrentarse en más de una vez con la fiereza de los caribes que en más de una ocasión asaltaron, como sucedió en 1750, varios pue– blos ya formados , los quemaron, mataron los soldados de guardia y tam– bién a muchos indios, llevándose presos a los restantes , operación que, lo mismo entonces que en otras partes, fue planeada y dirigida por los holandeses. Estos se curaban en cierto modo en salud y pretendían un do– ble objetivo : oponerse al avance de los misioneros y apropiarse de tie– rras que ni fueron por ellos descubiertas ni tampoco eran suyas. En cam– bio la táctica de los misioneros fue siempre la misma: ir estableciendo nuevos pueblos y por medio de ellos ir corriendo sus avanzadillas hacia la colonia holandesa, ocupando puestos y tomando posesión de tierras intermedias. Lástima que hacia 1788 o quizás un poco antes se les pro– hibiese, como expondremos en su lugar, establecer más pueblos en los va– Hes del Cuyuní y del Yuruari y siempre más cerca del Esequivo. Tratando más en concreto de la reducción de los indios, es muy cierto que los misioneros siguieron en un principio el método llamado "apostólico", pero luego se vieron obligados a hacer esas entradas con escolta o acompañamiento de indios reducidos pero armados. El citado Alvarado nos describe al pormenor los preparativos de esas entradas: provisión de bastimentas alimenticios, de collares y de otros regalos para atraer a los indios; acompañamiento de indios pacíficos que harían de intérpretes y asimismo de dos o más soldados para hacer frente en caso de ataque y para reprimir la agresión. Si la primera entrada no surtía efecto, se repetía una o más veces hasta conseguir lo que se pretendía. 22 22. Cfr. HUMBERT, o. c., 256, citando a Alvarado.

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