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178 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA punto que, para apearlos de él, costará rigor y dominio. El supuesto país de Guayana tiene la nación pariagota más grosera en su trato y menos al– tiva, inclinada a dar hierbas venenosas y para corregirle es necesario algún rigor con la dulzura de la predicación evangélica. Porque con él se aprovechan preocupados del miedo y con las palabras solas de dulzura y cariño se olvidan, como sucede a los párvulos en sus travesuras. En años pasados acaeció en este referido país la plaga de langosta que destruyó los sembrados a los indios que había reducidos en misiones en aquel tiempo y se retiraron diversos por los montes, según estoy in– formado por un teniente que tengo puesto en aquella provincia antiguo en ella, y de edad, con inteligencia en el idioma de dichos indios, los cua– les viven hoy unos de otros una, dos y tres leguas y el mayor número está en la referida ciudad de Guayana, cuatro días de camino. En el ci– tado tiempo que estuve salieron a verme, los agasajé y amonesté se re– dujesen a formar pueblo, como vasallos de S.M. que, como dueño y señor de estos grandes y dilatados países, me mandaba a mí como su cria– do para decirles fueran cristianos y por este medio irían al cielo. Queda– ron gustosos, me pidieron Padres, les ofrecí los enviaría V.M. por ex– cusarse de ir a estas conversiones los que hoy subsisten en las de esta isla. Esta experiencia tengo hecha por mi misma persona para el descargo de mi conciencia y real confianza que V.M. es servido conferirme, la que, introducida en mi atención, solícita afianzarla al fin de la honra de Dios y real servicio de V.M., a que aspiran mis conatos. Discurrí ciudadoso restituirme a esta isla para dar expediente a la particular comisión que V.M. fue servido de residencia, en cuyo inter– medio pareció en gobierno Fray Ignacio de Vallfagona, religioso capu– chino, presidente en las referidas misiones, con un escrito con voz y nom– bre de los demás misionarios, pidiendo varios puntos que constan en di– cho escrito, entre los cuales expresan me onerase de las referidas misio– nes y que les diese licencia y certificación de no poder pasar a Guayana y retirarse a su provincia. Halléme cuidadoso en la determinación por fal– tarme todo recurso y, discurrido el más prudente medio, resolví junta de capitulares y primeros vecinos; les hice saber lo pedido por los referi– dos misionarios : que dijesen su sentir. Sobre que representaron los gra– ves inconvenientes que se ofrecían para que saliesen por la falta del obis– po y lo más que consta de la referida junta; y en este estado acordé ha– cer remisión de los autos inclusos a V.M. Exhorté al referido cura D. Francisco Cándido para que me diese testimonio de los edictos y certifi– case a continuación el estado presente; van acumulados a dichos autos

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