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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN GUAYANA 169 las misiones de Naparima se reduzcan a un pueblo y que se demoren y ponga cura doctrinero, y los misionarios capuchinos pasen a hacer mi– siones a Guayana, y un pliego adjunto para el obispo de Puerto Rico. Y tratando poner en ejecución dicha real cédula, como V.M. lo ordena, fui informado y consta de autos que mi antecesor D. Felipe de Artieda había catorce meses antecedentes recibido el mismo despacho y siendo el que hizo a V.M. el informe, no puso en ejecución el real mandato por los inconvenientes que halló de no estar el obispo en su obispado para que ordene ministros o los habilite pues no los hay en la isla ni en todo el gobierno, y los que hay no son confesores ni saben la lengua; y aun– que el Provisor de Puerto Rico ha mandado edictos para proveer en doctrinas las dichas misiones, no ha habido opositor ni persona religiosa a quien poner. Y con ocasión de pasar a la Guayana ví las misiones y me edificaron los misioneros con el celo que tienen doctrinados los indios y cómo se aplican al real servicio de V.M. y en las ocasiones que se me han ofrecido y los he ayudado, se han mostrado muy leales a V.M. en su real servicio y entonces reconocí que los indios no estaban en el tiempo de ponerlos en un pueblo juntos por las oposiciones que entre sí tie– nen y los párvulos son intimados a comer tierra y cuesta a los misionarios mucho desvelo para corregirlo, y estando juntos no se podrá conseguir, y así será más conveniente mantenerlos divisos en su naturaleza, cada misión en su pueblo, que están bien ordenados, y de no saber el cura doctrinero la lengua, no hallo conveniente salgan de poder de los mi– sionarios porque han intentado muchos levantamientos y esto se ha des– cubierto por los misionarios por saberles la lengua: que de no haber sido así, hubieran logrado sus sublevaciones como cuando mataron a D. José Leoz, gobernador de V.M., y a los misionarios, y estando dichos indios tan recién convertidos y que son pocos los que saben el idioma castella– no, quedan expuestos a un evidente riesgo sus almas y de un levantamien– to, y el sujetar y castigar la misión que se sublevó, costó muchas fatigas y cuidados, teniendo cuatro misiones que ayudaban a los españoles, res– pecto de estar distantes por mar seis leguas y sin caminos por tierra, y para innovar en dichas misiones es preciso formar antes un pueblo de españoles con familias de las islas para que sujeten a los indios, estando como están las misiones a barlovento de esta ciudad y que tienen los in– dios guaraúnos del Orinoco muy cerca y si se confideran con ellos, se hará irremediable el pasar los misionarios a la Guayana sin estar fortifica– da la Angostura del Orinoco, es echar ovejas a los lobos porque no tie– nen recurso de protección de españoles que están más de cuatro dietas

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