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156 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA De esta misión de la Purísima Concepción de María Santísima y isla de la Trinidad de Barlovento y mayo, 21, de 1700. Capellán de vuestra merced, Fray Gabriel de Barcelona, Prefecto ( firma y rúbrica) 34 Relación verdadera de la muerte violenta de tres misioneros a mano de los indios del pueblo misional San Francisco de los Arenales (Trinidad), el uno de diciembre de 1699, por el P. Lorenzo de Zaragoza (París, 3 abril 1702). - Copia (Relación de la misión apostólica que la santa pro– vincia de Capuchinos de Cataluña tiene en la isla de la Trinidad de Barlovento, Guayana y del Dorado, ms. 142, parte segunda, capítulo XXI, Biblioteca Provincial y Universitaria de Barcelona). Siendo tan manifiesto a todo el mundo el infatigable celo con que los Religiosos Capuchinos misionarios que asisten en las conversiones de indios de la América, se ejercitan en traer almas para Dios, buscándoles con indecibles trabajos, sudor y fatiga entre lo más retirado de los mon– tes, no sólo para predicarles y enseñarles el camino del cielo sino a que se sujeten y subordinen al dominio y señorío de nuestro católico monar– ca, excuso la prolija relación y sólo paso a referir lo sucedido. Con el fervoroso celo que los religiosos solicitan dedicar a Dios iglesias en aquellos mismos desiertos que antes sólo habitaban fieras, y ejercitándose en este ministerio con indecible cuidado el R.P. Fr. Este– ban de San Feliú, acompañado del R.P. Fr. Marcos de Vique y el Hno. Raimundo de Figuerola, exhortando a los indios con ardiente fervor a la fábrica de dicha iglesia (San Francisco de los Arenales), intempestiva– mente y sin más motivo que el aborrecimiento que tienen a las cosas de Dios los indios, a las fervorosas exhortaciones del R.P. Esteban se le– vantó uno de ellos y con indómita furia se llegó al dicho P. Fr. Esteban y le dio en la cabeza con el mismo azadón con que estaba trabajando; y, viéndose el fervoroso religioso tan mal herido, se fue a la iglesia peque– ña, en que hasta entonces se celebraba, bañado todo en su sangre e, hin– cándose de rodillas delante de la imagen de la Reina de los ángeles, ofre-

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