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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN GUAYANA - 147 Seva, en su compañía el P. Fr. Lucián de Vique, van a Madrid para re– presentar a S.M., que Dios guarde, cómo los religiosos de estas misio– nes se hallan desnudos por falta de sayal y con otras muchísimas nece– sidades que son notorias y manifiestas a toda esta ciudad de San José de Oruña, y que no celebran el santo sacrificio de la misa sino es las fiestas por falta de vino y harina y en breves días habrán de dejar de celebrar totalmente. Habiendo ocurrido al Maestre de Campo D. Fran– cisco de Meneses, gobernador y capitán general de estas provincias, que se sirviese de socorrer estas necesidades de los haberes que tiene Su Ma– jestad en sus reales cajas, ha respondido muchas veces que por no ha– ber efectos en ellas para poder socorrer dichas necesidades como Su Se– ñoría desea, habiendo dado seis botijas de vino, que es cuanto ha po– dido hacer, y, como no es posible el poder pasar con tantas necesida– des, he determinado que dichos Padres vayan a repre~entarlas a Su Real Majestad y esperando de su pío, santo y católico celo mandará se ejecute lo que tiene mandado y ordenado en la Casa de Contratación de Sevilla para que se remita a estas misiones estas necesidades o por otro medio, como mejor le pareciere a S.R.M. Y también van los dichos reli– giosos a representar al rey nuestro señor, que Dios guarde, las dificul– tades que ha habido en recoger los indios de la isla a las misiones, y los levantamientos que ha habido en los indios en el tiempo de siete años, y los muchos peligros de la vida que han tenido y tienen los Padres de dichas misiones y de los malos tratamientos que han hecho a los Padres los indios, no pudiéndolos reducir que vivan en poblados algunos ni en política, como manda S.R.M. en sus reales cédulas. Y para remedio de estos desórdenes han acudido repetidas veces los Padres a Su Señoría para que nos diese favor y ayuda, como se lo manda S.R.M. en su real cédula, despachada a 7 de febrero de mil seiscientos y ochenta y seis, habiendo mandado muchas veces algunos vecinos para socorrer y asistir a los Padres, y Su Señoría haber salido dos veces en persona y dejado algo quieto las misiones, pero, como los indios son gente sin razón y desean vivir mejor en los montes que en poblado, han vuelto a sus de– sórdenes, y por eso van a rogar a Su Majestad se sirva dar un remedio como más convenga a su servicio, para que no tengamos de molestar tantas repetidas veces a los pocos y pobres vecinos de esta ciudad, y, si es del agrado de S.R.M., para que nos mande veinte familias que for– men un pueblo en medio de las misiones para seguridad de la vida de los Padres y tener sujetos los indios y recogidos en las misiones. Estos son, señor, los motivos que tengo para enviar dichos Padres

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