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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN GUAYANA 135 Después de tres días, finalmente, en que concurriendo muchas ra– zones, por ser el gobernador indeterminable y de poca ejecución, fácil en prometer, en el cumplir muy descuidado, le dí a entender que si Su Señoría en persona con la gente bastante no salía y no mandaba dar una vuelta por toda la isla, que enviaría uno, dos y tres religiosos a Espa– ña para ponerse a la presencia del rey nuestro señor, que Dios guarde, y darle un informe del estado de las misiones y las diligencias que había– mos hecho para conservarlas, deseosos de que se cumplirán y se lograrán los píos y católicos deseos de su real majestad. "Eso, no, -me respon– dió--: que mi crédito está en conservar y aumentar las misiones, y así yo haré lo que V.P. me pide y obedeceré a lo que mi rey y señor man– da". Ya aconsejado de algunos de sus amigos que le dijeron que, de no hacer lo que el P. Prefecto pedía, el rey se había de dar por ofendido. La dificultad del gobernador no es porque no sea muy afecto, que lo es, al hábito, pero de poco valor y expedición. A los 20, pues, del mismo mes de abril, salieron de su casa con cuatro escuadras de seis vecinos cada una y las repartió el Sargento ma– yor en un mismo tiempo, y cuando más descuidados estaban los indios de lo que les sucedió por haber visto otra demostración como ésta, a las cuatro partes de la isla, y el gobernador se puso de la Anunciata en la Sabana Grande que está en medio de la isla. Cuando los indios sin pen– sar vieron al gobernador en la misión, ya les vino la nueva de que por toda la isla había soldados, se pusieron temblando. Fueron viniendo las escuadras a la presencia del gobernador con escuadras de indios amarra– dos, y, llegados todos, el castigo fue de azotes bien dados, y se los lle– varon a la ciudad presos para trabajar tres meses en las haciendas de los vecinos que habían salido, y esto ha sido para ellos la mayor pena, su– poniendo que en el monte ya les habían quitado cuanto tenían menos el guayuco de sus partes verendas, y a todo los muchachos de todas las mi– siones les mandaron azotar por otros muchachos. Mand6 ahorcar el señor gobernador a un indio y una india porque iban matando a unos y a otros con maleficio, los cuales murieron cristianos. Con esta salida, por no haber visto otra tal, han quedado los indios tan aturdidos que no saben qué hacerse, y los que no se habían movido de las misiones y estaban bien con los Padres, riñeron mucho a los cima– rrones, diciéndoles: "Eso habéis ido a buscar al monte dejando los Pa– dres: a nosotros el gobernador y los soldados han agasajado como cama– radas suyos, y nos han dado aguardiente y otras cosas, y a vosotros, azo– tes: ahora creeréis y estaréis con los Padres".

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