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1.32 FUÉNTES FARA LA HISTORIA C()LONlAL DE VENEZUELA de Mallero han de ser muchos; como no he visto el libro, no les es– cribo, ni los de la misión de mi Señora Santa Ana, por haberse quemado el libro cuando se quemó poco ha la casa y iglesia de dicha misión. En esta misión los bautizados que están escritos en el libro, entre párvulos y adultos, son 366; los muertos que están escritos en dicho li– bro son 171. Sin éstos hay muchos de párvulos bautizados que han muer– to en los montes de la enfermedad del sarampión, que ha hecho gran destrozo en las Indias: a los nativos y no a los españoles por haberlo pasado en España. En las misiones de Cumaná apenas han quedado in– dios; acá no tanto: Dios nos guarde de viruelas que acá es peor que peste; se viene a inferir que los párvulos, antes de llegar al uso de la razón, mue– ren de las tres partes las dos. Muchos adultos han muerto después de haber recibido el santo bautismo, que piadosametne se puede creer que gozan de Dios. Escribo esto para confusión de los que dicen no se hace fruto en las misiones; los que dicen tal dislate a vista de esto, han de ser ignorantes pues ignoran el valor de un alma y lo que cuesta a Jesu– cristo nuestro Señor, etc., y poco temerosos de Dios y no serán los más virtuosos, que quieren todas las comodidades sin faltarles nada y ser tra– tados como unos obispos. Estos bien me quiero, poco perseveran en las misiones: que Dios nuestro Señor lo permita que se vuelvan por ser buenos para sí y no para el próximo. Así conviene mucho que cuando envían religiosos para un ministe– rio tan alto de misionarios apostólicos, que imiten a los santos en lo que pudieren, que sean religiosos deseosos de padecer trabajos, que estén con– tentos de lo que hay en las misiones, que no morirán de hambre: que Dios nuestro Señor provee más de lo que merecemos (ojalá no sea esta la paga en el tribunal de Dios ) : que sean celosos de la guarda de la Re– gla, obedientes, pobres, amigos de oración, desprendidos de seglares, de honras, y que no tengan raíces en Cataluña, etc. En faltando las cir– cunstancias referidas, más vale que no vengan: que con su venida serían la destrucción de las misiones y de las almas de los pobres indios, y con su vuelta, mal ejemplo a los seglares de su inconstancia, por ser los ta– les flojos, que sólo cuidan de su cuerpo, etc. Los primeros que vinimos a Indias en compañía de aquel gran mi– sionario, que goce de Dios, el P. Fr. Angel de Matará, sólos con el Santo Cristo y unas alfojitas y no más; y aun de los 55 pesos que dio el rey nuestro señor por el pasaje -que los capitanes no quisieron nada sino llevarnos por amor de Dios--, no los tomaros, dejándolos a un devoto, que el P. Francisco de Tauste ordenare de ellos cuando vendría de Ma-

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