BCCCAP00000000000000000000219

MISION DE LOS CAPUCHINOS EN GUAYANA 117 que cortar en panes y embarcarla; riqueza que, si la gozaran las naciones del norte, harían toda estimación de ella. Y a este respecto goza otras mu– chas excelencias, que por todas ellas y sobre todo por el paraje que ocupa, se debe asegurarla. Y si V.M. tuviere por bien de remitir más religiosos para la Guaya- na, es infinito el número de los indios a quien dar el pasto espiritual. Dios guarde la católica y real persona de V.M. Trinidad y marzo, 14, de 1688. La de arriba es copia de la que escribí a V.M. el día de su fecha y re– mití por vía de Cumaná en el navío de registro del cargo de Francisco de Mora que pasó a la Nueva España. Somos 1~ de agosto del dicho año de 1688. Y lo que nuevamente se ofrece poner en la noticia de V.M. es que la una de las dos misiones que lle– vo dicho, se poblaron entre los indios inmediatos al castillo de la Guayana que estaba más distante de ella, se ha desamparado por haberse muerto el religioso capuchino que asistía en ella y sólo queda poblada la más cer– cana al castillo, asistida de solo un religioso sacerdote y otro lego, y los demás están en los puestos de esta isla, que arriba llevo referidos por no poderse disgregar de ellos. Y así, para volver a poblar el referido pues– to que se ha desamparado en el cerrito río de la Guayana (sic), como los tres puestos de esta isla nombrados: pueblo de los Cocos, pueblo del río de Moruga, que son numerosos de gente, y el pueblo que está entre la punta del Gallo y punta del Cedro citados en la carta de arriba, se ne– cesitan a lo menos ocho religiosos sacerdotes: que por la distancia que hay de unos pueblos a otros será de mucha incomodidad la asistencia de un sacerdote solo, aunque sea acompañado de algún lego. Y para el abrigo de dichos pueblos de indios y defensa de dichos parajes se necesita gente española porque los indios por sí solo, es gente tímida, y, acompañada de españoles, se esfuerzan bien a su defensa. He llegado a entender que los religiosos capuchinos piden a V.M. gente de su nación catalana para el fomento de dichas poblaciones y, de– jando lo que en esto fuere más del servicio de V.M. a su real voluntad, debo poner en la consideración de V.M. que la gente de esta nación es recia y caprichuda y amigos de separarse y hacer gavilla por sí: que has– ta estos mismos religiosos, con ser de profesión tan austera, dan algo que merecer, pareciéndoles que, como misioneros, traen autoridad para disponer sobre todo, dando mal sentido a las cédulas y leyes de V.M. pa– sándose sin tiempo y sin estar formados los pueblos donde han planta– do sus misiones, a hacer elecciones de alcaldes de indios y nombrar te-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz