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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN GUAYANA 115 sur de él, contiguos y comunicables así por tierra como por el río del Orinoco, y porque goza un templado y apacible temperamento, y tan abundante de todos los frutos de tierra caliente, que habrá pocos que la igualen y sólo le falta quien la cultive, y, para mayor excelencia, tiene un río que toda el agua que da es brea y no hay más que hacer que llenar cajones, barricas, pipas y otras vasijas de su agua, y al segundo día se vuelve brea muy rica: que si lo gozaran las naciones del norte, harían toda estimación. Y a este respecto goza de otras muchas excelencias, y por todas ellas y demás razones se debe asegurarla. Y si Vuestra Majestad quisiere remitir más religiosos para las pro– vincias de la Guayana, es infinito el número de los indios donde dar el pasto espiritual. Dios guarde la católica y real persona de V.M. como la cristiandad ha menester. Isla de la Trinidad, a 14 de marzo de 1688. 13 Don Sebastián de Roteta ( firma y rúbrica) Cartas del gobernador de Trinidad y Guayana, Sebastián de Roteta (Tri– nidad, 14 marzo, 1 agosto 1688), en las que da cuenta al rey de lo suce– dido en ambas partes con los misioneros capuchinos. - Original (AGI, Santo Domingo, 677). Señor: En la primera y segunda tengo dado cuenta a V.M. tocante al estado del gobierno temporal y espiritual de esta isla, población y fuerza de la Guayana, y en ésta tercera digo, señor, que los diez reli– giosos capuchinos de la nación catalana, que vinieron a esta isla en el último navío de registro juntamente conmigo, habiéndose juntado con otros dos religiosos de su misma nación, que de las misiones de Cuma– ná pasaron a esta isla, y, hecho su Capítulo, para dar principio a su obra espiritual se repartieron en cinco misiones, las tres en esta isla, en dis– tancia de cuatro, seis y ocho leguas de esta ciudad: una en el cerro que llaman de Naparima con el nombre de la Purísima Concepción de María Santísima. Otra en la Sabana Grande, de más de cuatro leguas de circun– valación, tierra adentro, al oriente del referido cerro de Naparima como otras cuatro leguas, con el nombre de la Anunciata de Nazaret. Y la ter– cera con el nombre de Señora Santa Ana, cuatro leguas de esta ciudad,

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