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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN GUAYANA 111 distinta, que era el blanco a que tiraba el deseo de nuestro común. Dan– do a Dios las debidas gracias y a V.P.R. desde entonces, rindiéndole re– conocimiento humilde y agradeciéndole tanta fineza y favor, quedé su– plicando a Dios nuestro Señor se lo remunerara. Me fui a ver con el R.P. Prefecto noticiándole dicha carta y que me venía obediencia por Fr. Raimundo y por medio de la cual tenía noticias, y, hallándome con salud entera, a Dios gracias, le pedí obediencia para venirme a esta isla de la Trinidad, a fin de disponer y preparar hospedaje para los religio– sos; él me la concedió sin réplica, aunque con repugnancia, y así sublo– gando en mi puesto apto ministro y tomando su bendición paternal, con mi compañero tomé la sobredicha derrota. Después de algunos trabajos padecidos en el camino llegamos a la Trinidad en donde hallé los religio– sos recién venidos. Puesto en ella y para obedecer el precepto de V.P.R., en el que man– da se haga elección de Prefecto, se hizo luego y en ella sin méritos, an– tes bien sí con deméritos, me eligieron Prefecto. Ocultas disposiciones de Dios y inescrutables juicios del Altísimo si no son pagas debidas a mis pecados, no sé a qué atribuirlo. Aquí me tiene rendido súbdito de V.P.R. y así disponga o tenga por bien hacer de mi persona lo que sea servido: si confirmarme, bien, si desecharme, lo mismo: que para mí po– co importa. Y a pocos días me partí para la tierra de Naparima de esta isla y, viendo la conmoción de tantos indios infieles y el agasajo con que me recibieron y el deseo de su salvación, elegí tres misiones, dán– doles palabra de enviarles Padres. Me volví contento a la ciudad de San José, isla de la Trinidad, dando noticias a los religiosos de los felices principios y cosecha grande que se esperaba y la multitud de almas que se habían de salvar con la ayuda de Dios nuestro Señor. Y a pocos días despaché cuatro religiosos para la Aguayana (sic), es a saber: el P . Fr. Basilio de Barcelona, presidente de la misión de Montecalvario, y el P. Arcángel de Barcelona, y otra misión con título de Belén, presidente el P. Tomás de Lupián, predicador, y Fr. Ramón de Figarola, lego, y lue– go me partí con todos los demás adentro de esta isla de Naparima, con título de la Purísima Concepción de María Santísima, donde es mi ha– bitación con el P. José de Seva, presidente, Fr. Angel de Llevaneras, lego, y Fr. Silvestre, capintero. A esta misión han llegado nueve capi– tanes con gente a poblarse. Más adentro de la tierra puse otra misión con título de Nazaret, dejando por presidente el P. Gabriel de Barcelo– na y el P. Pedro de Aneto, ambos predicadores, en donde han llegado ocho o nueve capitanes con su gente a poblarse. En otro puesto puse

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