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XII INTRODUCCION dejo a un lado la isla de Trinidad, donde la actividad de los misioneros capuchinos, aunque fecunda y eficaz, fue sin embargo transitoria, es de– cir, de solos unos treinta años, si bien los suficientes para reducir y cate– quizar los pocos indios que en ella había, concretamente los naparimas. Fue en cambio la provincia de Guayana donde durante esos mis– mos años, debido a motivos y circunstancias de índole diversa, no con– siguieron los misioneros resultados positivos y sobre todo permanentes. A los indios de Guayana dedicarían más tarde toda su actividad, sus es– fuerzos y sus vidas, a partir de 1724, y allí continuarían con idéntico ce– lo y no menor entusiasmo apostólico hasta el fatídico 7 de mayo de 1817. Por esas y otras razones voy a dedicar el contenido de este apar– tado a Guayana exclusivamente, siempre dentro de esa brevedad pro– puesta, lo que me obliga a omitir cosas y pormenores que con gusto hu– biera consignado. Comienzo por indicar que, respecto al origen etimológico del nom– bre, quizás pueda aplicársele el que tiene en lengua guaraúna, en la que, mientras Guayana significa sitio, tierra o región donde no se rema o bo– ga, donde no hay curiara, por el contrario Orinoco o Güirinoko quiere decir paraje donde hay embarcación, donde se rema. 1 Con todo, dicho nombre lo recibió porque tal región era "la gran provincia de los gua– yanes".2 Es que los denominados indios guayanes fueron sus pobladores, los que ya estaban allí a la llegada de los primeros expedicionarios espa– ñoles en el primer tercio del siglo xvr. Y ese nombre de Guayana siguió conservando esta región, tenida por historiadores y geógrafos como "una de las mayores provincias de América", 3 y así debiera ser llamada siempre pues no se ve razón para que su nombre experimente variación alguna. 4 Los límites de esta antigua provincia española, hoy territorio ine– ludible de Venezuela, comprensiva también de la parte ocupada por fran– ceses y holandeses, eran, en líneas generales, los siguientes: por la parte norte, el gran Orinoco que asimismo venía a rodearla casi totalmente 1. FÉLIX Me DE VEGAMIAN, O.F.M. Cap., El Esequivo, frontera de Venezuela. Madrid, 1968, 21-22. 2. ANTONIO VÁSQUEZ DE ESPINOSA, Compendio y descripción de las Indias Occi– dentales, Washington, 1948, 55, n. 154. 3. A. DE ALCEDO, Diccionario geográfico de las Indias Occidentales o de América, II, Madrid, 1967, 171. 4. F. Me DE VEGAMIAN, o. c., 20-21.

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