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sado la conducta de la familia y todos los que acudieron al baile. Y les amenacé con retirar– me de la Parroquia. Parece que aquella ame– naza hizo efecto. Según que después me ente– ré, hubo mucha asistencia en la Semana Santa con sentimientos de arrepentimiento en su proceder. Vida conventual y vida misionera El P. Bemabé, andariego orante, si había que estar en casa era un hombre de convento: fiel y constante a un régimen de vida establecido. En aquellos años de Gualea el P. Gabriel de Azqueta fue durante algo más de un año -di– ciembre 1963 a enero 1965- hermano y com– pañero de comunidad del P. Bemabé, una co– munidad... de dos. Le place al P. Gabriel recordar a Ecuador y su convivencia con el que él tiene por aita santua. Si el misionero no esta– ba caminando, éste es el esquema de un día cualquiera. Una hora antes que el sol, levan tada, a la luz de una velita. o había llegado aún la corriente eléctrica a Gualea. Muy pronto a la iglesia, para comenzar el día con el Angelus, letanía de los Santos y una hora de oración. Venía la Mmisa conventuraI·, que era misa para el pueblo, y lue– go una segunda misa. Seguía el desayuno y se rompía el "silencio mayor" (que es el silencio nocturno). Ahora cada uno a sus quehaceres: el huerto, el gallinero... y en silencio. A media mañana, lectura espiritual sobre un texto agradable para los dos, La Mística Ciudad 95

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