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P. Feliciano de Ansoáin. El P. Bernabé quedó muy contento. Y su alegría culminó con la visita del obispo auxiliar de Quito, Mons. Benigno Chiriboga, que vino para concluir la misión y bendecir el día 22 de marzo de 1963 la primera piedra del tem– plo que el P. Bernabé proyectaba levantar en honor de Ntra. Sra. del Quinche . El prelado tu– vo un vibrante panegírico enfervorizando a los fieles y enalteciendo la labor pastoral que desde hacía algo más de diez años desplegaban los ca– puchinos por aquella zona y ahora el P. Berna– bé. Vida pobre y sencilla entre las gentes queridas Cuando llegó el P. Bernabé a Gualea, atendía la parroquia el P. Santiago Ramirez. La penuria de personal le obligó a marchar. El P. Bernabé estaba solo para una zona inmensa. Camina in– cansable de poblado en poblado, organizando sencillas misiones para una gente de buenos sentimientos, necesitada de mucha instrucción religiosa. Viviendo permanentemente en oración y sacrificio, el P. Bernabé se siente feliz. 92 Me encontré con gente que poseía cierta religiosidad, pero en el fondo bastante igno– rancia religiosa, y ciertas costumbres no con– fonnes con el espíritu cristiano. En este ambiente empezó a desarrollarse mi vida de apostolado. Encontré un ambiente propicio para llevar una vida pobre, sencilla, conforme al espíritu franciscano. Mis viajes a
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