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to es notable cierta experiencia que él vn·10, en forma de sueño, estando en la clínica tras la pri– mera operación. En uno de aquellos días, estando en la clínica, durante la noche tuve un sueño ex– traño. Me encontraba en la basílica del milagro– so Santo Cristo de Lezo. Cuando me llegó el tumo, le besé en la 11.aga 0 del costado. Se en– contraban también el Párroco y Coadjutor, a quienes un servidor les asistió en la muerte. El Coadjutor estaba achacoso y el Párroco era ya anciano. El Señor, desde el crucifijo, (..) a la posh·e me preguntó a mi· - Y tú ¿cómo te encuentras? Un servidor le respondió: - Me encuentro como tú quieres. Entonces el Señor le dirigió a este pobre pecador una frase de mucho encomio. Luego hacia la sacristía se presentó como Niño. Un servidor corrió a abrawrle..., pero El, apartándome de S~ me mostraba un con– fesionario. Creo que era el confesonario don– de confesaba a los fieles, puesto que a tempo– radas solía acudir a Lezo para oír las confesiones de los fieles. Tengo que decir humildemente que aquel sueño me hizo ilusión. Más allá de la fragilidad de un sueño, ese rasgo de paciente confesor, bondadoso confesor, pertenece a la fisonomía espiritual del P. Bema– bé. 82

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