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Lerios. Cuando a los XXV años de este restable– cimiento de los capuchinos en la villa -estuvie– ron presentes en siglos pasados-, se escribió un libro conmemorativo, vino a la pluma de los es– tudiosos la memoria de los frailes que han d eja– do h uella. Uno de ellos, todavía en vida, era el P. Bernabé. "¿Por qué a ti, por qué a ti, tendremos q ue decir, recordand o )a p regunta qu e un hermano hacía a San Francisco? Acaso, la respuesta sea la misma. Una palabra de humildad. Figura diminuta. Largas barbas. Siempre, ve– rano e invierno, pies descalzos. Hábito limpio, raido, pasado por mu chas aguas. Su voz, un hilo. A través de sus ojos azules, su mirada es d e paz, interioridad, un m undo n uevo. Más datos. Le llaman aita xantua, así como lamiendo y dulcificando la s en x de grafía vas– ca. Tiene algo. ¿Qué tiene? Lo que a otros le fal– ta(...) Contemplando, viendo al Padre Bernabé, se llega a descubrir la frescura de la vida francisca– na'". Esto escribía uno de los colaboradores del libro memorial ("Presen cia de los Capuchinos en Rentería...", dir. Tarsicio de Azcona, San Sebas– tián 1983). Peregrino a Fátima Hay una anécdota d e estos años, pía y cómi– c a, que se refiere a u na peregrinación a Fátima. E) P. Bemabé formó una asociación piadosa en honor de la Virgen d e Fátima, con comunión ge- 80

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