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tísima Virgen en Fátima, en los que se habla– ba del Inmaculado Corazón de Maria y de la conversión de R usia. Fue una novedad y un respiro para algunos, al abrirse el nuevo hori– zonte de que algún día Rusia se convertirá. Desde entonces tomé con mucho interés el propagar la devoción al Inmaculado Corazón de Maria. Dos operaciones Los que tienen edad para contar en su pasa– do los años por decenas, pueden recordar qué horrible fue aquel febrero de 1956, cuando vino por estas latitudes un gélido frío. Por esta causa y por todo lo q ue se puede suponer, el P. Berna– bé, terminada la Cuaresma, se sin tió mal. El P. Guardián decidió llevarle a un especialista de San Sebastián, a pesar de que el P. Bernabé era reacio a los médicos. Fueron..., y el P. Bernabé tenía un viejo mal en el estómago, pero lo grave era el riñón: cál– culos en los riñones y urea muy elevada. Una tarde el Dr. Esnal subió a la h uerta de capuchinos de Fuenterrabía. Allí estaba el P. Bernabé. - ¿Qué hace usted ahí?, le dice con cierta severidad.. Usted está muy enfermo, pero que muy enfermo. Inmediatamente a la clínica de Ntra. Sra. del Pilar, en San Sebastián. Vamos a ver si podemos hacer algo. Con su propio coche aquella tarde el doctor lo internó en la clínica de Ntra. Sra. del Pilar, en San Sebastián. 77

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