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aquel entonces el Papa Pio Xll había ordenado que se consagraran todas las diócesis al Inmaculado Corazón de Maria, para conseguir la paz de las na– ciones en guerra cruenta. Ese había sido también mi proyecto e ilusión~ Penas y alegrías Sufrir..., todos tenemos que gustar de este pan cotidiano, mas para las conciencias serenas las alegrías son mayores en la balanza. Al P. Bemabé le tocó sufrir en la convivencia... Tal guardián, buena persona, era voluble y raro en sus decisiones, un comportamiento desconcer– tante que al P. Bernabé le mortificaba. Llegó otro... y era, según el P. Bernabé, flojo para p ro– mover el ambiente espiritual de la comunidad. Y esto era sufrimiento para quien ha centrado su vida en la búsqueda de Dios. Los sufrimientos salpican nuestra vida, pero vencen las alegrías. Y el P. Bernabé tuvo, y bien de continuo, entre sus sufrimientos, hondas, muy hondas, alegrías. 76 No todo fue sufrir. En la festividad de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen Maria, en 1942, el Santo Padre Pio XII consagró solemnemente a toda la humanidad, al mundo que se encontraba en el fragor de la guerra. al Inmaculado Corazón de Maria. Y luego quiso que se consagraran todas las dió– cesis de la Iglesia Católica. Con este motivo, al principio del año de 1943, se divulgaron los Mensajes de la San-

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