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Le gusta orar caminando. El P. Bemabé ha caminado horas y horas en oración. El año... - no lo sé exactamente-, era la fiesta de San Ignacio de Loyola. Iba un servi– dor de camino hacia las montañas de Oyar– zun, y escuché la campanada de la consagra– cwn en la parroquia de Oyarzun (por entonces se tocaba la campana de la torre du– rante la consagración). En aquel momento aquel acto de la consagración lo relacioné con el misterio de la Encarnación. No sé en qué forma. Lo cierto es que elevó mi espíritu de un modo singular. Elevaciones de espíritu llama el P. Bernabé a estos toques interiores, a estas gracias de ora– ción. En otra ocaswn, que era el segundo do– mingo de Cuaresma y el Evangelio es de la Transfiguración de Jesús en el Monte Tabor, iba de camino un servidor. Se me presentó la escena de la Transfiguración con una luz es– pecial Jesús, glorificado en su hum.anidad en aquel momento, se le presentaba la Pasión del Monte Calvario, que luego había de tener lugar, como una cosa muy deseable, ya que a través de aquella Pasión dolorosa iba a glori– ficar plenamente al Padre, había de satisfacer plenamente la deuda contraída con la Justicia Divina..., y luego les haría participantes a los hombres de aquella misma gloria que El en– tonces estaba gustando en su humanidad. Cuando el alma puede saborear estos miste- 73
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