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hora del domingo anterior, se renovó de nue– vo el dolor con más fuerza_ Esta vez me duró unos tres días y sentía dificultad para andar; luego la espalda apareció como tostada. Pero a nadie le dije nada, ni a mi Director espiri– tual que lo continuaba siendo el P. Antonino de Caparrosa. Así paso.(..) Muchos años más tarde, estando en el · Ecuador - creo que fue en el mes de enero o principios de febrero del año 1964- me suce– dió una cosa algo parecida., pero en forma distinta y en sueños. Se me presentó durante la noche como un altar con nicho donde se encontraba el Seo. P. S. Francisco sonriente y cariñoso. Bajó del nicho; traía en sus manos un no sé qué instrumento, y empezó a afilar mientras cantaba el "Requiem" de la Misa de los Difuntos, que en tiempo se cantaba. Luego hizo el ademán de atravesar el pecho con aquel instrumento. Empecé a sentir el dolor en In parte del corazón. Le dije: ¡Me vas a qui– tar la vida!, e· hice ademán de sacar el instru– mento. En ese momento desapareció todo. No recuerdo si me desperté enseguida. (...) ¿Para qué digo estas cosas? ¡No lo sé! Si son manifestaciones de la Bondad del Señor, ¡El sea bendito por los siglos! La espiritualidad del P. Bernabé va a estar centrada en la Pasión de Cristo. Pero hay una nota muy específica que se descubre en su co– rrespondencia espiritual: las Llagas, el valor re– dentor de las Llagas de Cristo Crucificado, las cuáles son refugio y morada del cristiano. 62

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