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con su presencia la impresión no edificante a que alguien había dejado en los años de 1a Cru– zada· ... La situación vasca en Fuenterrabía fue bastante singular, y seguramente que el cronista no estaba entonces en condiciones de compren– derla. De cualquier modo, lo que importaba sa– ber es que el P. Bemabé fue a!H como religioso intachable. El P. Bernabé tuvo que ser ángel de consue– lo y de paz. Nos lo hace saber un compañero suyo, el P. Eugenio Arriola. ucuando los militares desalojaron el conven– to de Fuenterrabía y se constituyó la nueva fra– ternidad, una de las preocupaciones era rehacer las relaciones con las Ordenes Terceras del dis– trito, a las cuales atendieron con gran esmero los religiosos de la época anterior. El superior nos encomendó este trabajo al P. Bernabé y a mí. Yo sé algo del calvario de desprecios y humi– llaciones que tuve que sufrir en algunos pue- Panorámica del convenio capuchino de Fuenterrabía.
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