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ban Gobbi, "La Virgen María a los sacerdotes, sus hijos predilectos'". Esta información nos podría producir cierta reserva... Con todo, no entenderíamos al P. Ber– nabé si ignoramos el sabor que tenía para él la recia doctrina de San Pablo. Refiriéndose a sus vivencias en los años 1935, 1937... nos dice: No recuerdo bien..., lo cierto es que leyen– do las Cartas de San Pablo, en particular la Carta a los Romanos, ¡qué luz tan grande en– contraba, se puede decir, en cada una de sus frases! ¡Qué encanto encontraba en su medita– ción! Con todo, uno se siente incapaz de co– municar aquello que percibe o gusta... Las otras cartas de San Pablo no me lla– maban tanto la atención como la Carta a los Romanos.. Más tarde he meditado y reflexionado so– bre la Carta a los Hebreos -que se sabe no ser de San Pablo- ; un servidor se inclina a creer que es de San Bernabé Apóstol: ¿será porque llevo su nombre? Lo cierto es que esa carta encierra grandes tesoros que, a mi pobre entender, no se han explotado todavía. La guerra La guerra española (1936-1939), como toda guerra civil, fue terrible, y en el País Vasco más. La Barranca es una zona donde la lengua ma– terna es el euskera. Las heridas fueron dolorosí– simas. 56