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siempre sonriente. Lo único que le p1-eocupaban eran Dios y las almas. El celo por las almas lo devoraba. Recuerdo que por este tiempo, cuando yo leía a lguna vida de santos, me decía: Pues el P. Bernabé hace más que esto... Durante estos años de atención a los tercia– rios hubo peregrinaciones de oración y peniten– cia, dirigidas a la ermita del Santo Cristo de Otadia, en Alsasua. Así durante los años de la guerra civil española, el 19 de septiembre de 1937, y el 29 del mismo mes del año siguiente. Venían a pie de los pueblos: santa Misa con lar– ga predicación y en determinado momento el Vía Crucis. El cronista conventual de Alsusua, a propósito de la de 1937, escribe: "Es de notar que se consiguió viniera a presidir todos estos actos la venerada imagen de San Miguel Excel– sis, la cual regresó a su Santuario al siguiente día por la mañana. Pernoctó en el convento, siendo guardada por la noche en la capilla del Colegiow_ Y del año siguiente anota: ·Los peregrinos hi– cieron todo el viaje de ida y vuelta desde sus respectivos pueblos a pie con una lluvia torren– cial, tanto a la ida como a l regreso, sin pararse en sitio alguno para defenderse de la lluvia, en lo que se pone de manifiesto el gran fervor de los Terciarios...'" En la animación espiritual de estas peregri– naciones hay que imaginar la presencia callada del P. Bernabé. 51

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