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más me atraía. La Pasión del Señor la rela– cionaba con la presencia de Jesús Sacramen– tado en la Eucaristía. El que murió de amor en la cruz estaba presente en la Eucaristía co– mo Victima de amor, renovando su Sacrificio Eucarístico en la Santa Misa por la salvación de las almas. He aquí también que se fue intensificando mi deseo de hacer algo por la salvación de las almas. Mis pequeños sacrificios eran también para Jesús. Hallazgo de un director En el noviciado Fray Bernabé había abierto su conciencia al P. Maestro, Antonio de lroz. Ahora, al llegar a Fuenterrabía, encontró de di– rector d el Colegio al P. Antonino de Caparroso, hombre austern y santo, prestigioso profesor de Filosofía, que había estudiado en Lovaina. En él halló a su director espiritual, por los caminos de Dios. Este dato es importante en la trayectoria del P. Bemabé. 32 El P. Antonio de Jroz era de carácter ama– ble y solía acomodarse al modo de ser de ca– dti uno. No así el P. Antonino de Caparrosa, de carácter seco y de pocas palabras, etc. No se acomodaba con mi manera de ser. A pesar de ello, me confié a su dirección Pueda ser que al principio tuviera dificultades para co– municarme con él Pero el P. Antonino era un Director experto. Creo que pronto me com– prendió. Lo cierto es que me dirigió por mu-
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