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una vecina, y miraba un cuadro colgado en· 1a pared que representaba la Impresión de las Lla– gas de San Francisco. Es la escena ocurrida en el monte Alvemia dos años antes de la muerte del santo Pobrecillo de Asís cuando recibió de Cristo Crucificado la impresión de las llagas. Una señora mayor de aquella casa me di– ce: - Nosotros rezamos 12 padrenuestros ca– da día en honor de San Francisco, porque so– mos terciarios. En aquellos momentos a un servidor le salió espontáneamente esta frase: - También un servidor hubiera querido ser como ése. Y para mis adentros: - Ya no hay ninguna posibilidad... La cosa quedó ahí y la providencia fue hilva– nando el asunto. La señora mayor comentó el caso con otra señora, que era tía de un coadju– tor, el cu al se llamaba Don Tomás Arteaga y era hermano de un capuchino, el P. Ladislao de San Sebastián, profesor en el colegio de capuchinos en Alsasua. Se comenzó a hablar en firme de la vocación del muchacho. En mayo vino un padre del Cole– gio Seráfico de Alsasua, el P. Diego de Alzo, para examinarlo. Y el 4 de agosto de 1920 José Anto– nio Sarasola Uruláin -13 años- acompañado de Don Tomás Arteaga llegaba a aquel semina– rio capuchino de A]sasua, para ser capuchino para toda la vida. 15

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