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Habrá que tener muy en cuenta la presencia de las misioneras cuando se quiera hacer objetiva– mente la descripción de la presencia del Evan– gelio. Estimaba en alto grado la vida contemplati– va. Uno de los monasterios con los que se sintió muy compenetrado fue el de las Clarisas de Arizcun. Con el deseo de ser concretos, dejemos que hablen las hermanas, en este caso las Capuchi– nas de Zaragoza que en 1989 evocan viejos re– cuerdos. * * * "Llegó al monasterio el P . Bemabé el día 26 de abril (recuerdan los Ejercicios espirituales de 1959), humilde y sencillo; traía por todo ajuar un hatillo y dentro de él los breviarios muy usa– dos. El Evangelio a la letra: ni bastón, ni alforja, ni dos túnicas..., pues no entró la ropa para la– var, por más que le pedíamos; solo los últimos días, a fuerza de rogarle, entró el pañuelo usado. Entonces la Madre le dio dos nuevos, pero no quiso cogerlos porque eran sin estrenar. tuvi– mos que lavárselos y darle junto con el suyo usado y así los cogió. Así de radical era en la pobreza. Por las señales que dejó al marcharse, pensa– mos que no usó la cama. En la comida tampoco hacía uso de las vinagreras, aceite, sal, etc. Pre– guntado por la hermana que le servía cómo ha– cía eso, respondió sonriente: - Yo ya sé lo que le viene bien a la sangre. En su porte, humildísimo y delicado. Nos da– ba dos pláticas por la mañana y dos por la tar- 141

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