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Fijo en San Miguel de los Bancos {1971) En el mes de mayo del año en que va nues– tro relato (1970) el P. Bernabé se dirige a su su– perior provincial de España, P. Aurelio Laita, abriendo de par en par el corazón. El P. Bema– bé observa que las necesidades aumentan por sí solas, sin haberlas buscado: hoy pueden ser 25.000, 30.000... almas. "Pueda ser que esta ficha sea un poco exagerada, pero sí que dentro de poco pasará de este número._ La Zona oroccidental no son dos zonas, sino una sola; lo que ocurre es que antes una parte estaba deshabitada. Si la misión del Oriente Ecuatoriano, el Aguarico, bien merece para ser atendida, 12, 15 misione– ros, siendo muy inferior el número de habitan– tes, esta región ¿no necesita nuevos refuerzos? Se encuentra postergada. ªEscasean Las vocacio– nes para esta zona; son pocos en realidad quienes quieran sacrificarse por la gloria de Dios y por im– plantar en esta zona la Iglesia de Dios". Y a ren– glón seguido, con rostro iluminado, corno un profeta, escribe: A pesar de todo y por encima de todo creo que puedo repetirle con convicción plena Las palabras de Jesús a sus discípulos: "Alzad vuestros ojos y contemplad los campos que ya están blancos para la siega· (Jn 4, 35). Sí y sl en esta zona, quizás como en ninguna otra, la mies está madura y promete fruto abun– dante. Existe una buena base para poder traba– jar. Una gente sencilla y sana ~n su gran ma– yoria, por no decir en su totalidad; gente que 117

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