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Lejos de mí las vanas alabanzas, horrible dis– fraz para un corazón pobre, humilde, verdadero. Y lejos de mí también las fantasías. Voy a trazar lo mejor que pueda una semblanza del Padre Bema.bé, intentando dar el perfil de sus rasgos evangélicos. El Padre Bernabé es un Pobre– cillo de Cristo. Viene a la memoria aquel título que los ignorantes y los sabios dieron a Francisco, plas– mando perfectamente el carisma.: Il Poverello, el Pobrecillo de Asís. Eso de *pobrecillo" lo llevaba nuestro hermano apega.do al alma. Casi octogenario, escribía a unas religiosas clarisas: *Me han dirigido palabras de en– comio, pero yo no paso de ser un pobrecillo, más bien un miserable~ Y a las mismas hermanas les firmaba en otra carta: *el pobrecillo Fr. Berna.bé de La.rraur El Padre Bernabé es un reflejo de Evangelio. En su figura singular habrá cosas que los críticos no compartan; pero, al tratar de recoger la herencia es– piritual que nos ha dejado, no interesa entrar en discusiones. · El Padre Bernabé era muy fiel en la correspon– dencia epistolar. Con su pluma o bolígrafo escribió bastante a tales y cuales personas. También almo– rir se descubrió el cúmulo de cartas que había es- . crito a su director espiritual el P. Antonino de Ca– parrosa (t 1954), así como las respuestas, más bien breves, que éste le mandaba. Aparte hay cuadernos y notas espirituales. Todo esto compone un mate– rial de primera mano y de óptima calidad para sa– ber quién era el Padre Bema.bé, visto desde el inte– rior de él mismo. Al citar escritos del Padre Bemabé hablaremos o de cartas o de notas espiri– tuales.* 6

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